Bienvenidas a colorado

727 62 2
                                    


Acabamos de aterrizar en Colorado. Estoy sudando de los nervios, no solo por el hecho de que estoy a punto de mudarme con millones de extraños, sino también porque le tengo un terror enorme a los aviones.

—Hola, tío Richard —suspira Jackie mientras se acerca hacia mí para que salgamos ambas en la videollamada—.

—¿Qué tal estuvo su vuelo? —pregunta él.

—Bien —contestamos las dos a la vez.

—Lamento no haberlas podido acompañar a ver a los Walter —se lamentó él.

—Creo que los acabamos de ver, nos debemos ir —dije mientras dirigía mi mirada hacia Katherine, una mujer alta, pelirroja y bastante hermosa.

—Jackie, Maya —dijo la mujer mientras nos abrazaba a cada una—. Me alegra que estén aquí —agregó Katherine.

—Gracias, Katherine.

—Él es George —dijo mientras señalaba a su esposo.

Nos dirigimos los cuatro hacia la salida del aeropuerto. Jackie se dedicó únicamente a ver su teléfono. Yo miraba un poco por la ventana; era todo bastante hermoso y verde. No se parecía ni en lo más mínimo a Nueva York. Era un gran cambio, pero estaba acostumbrada.

—Aquí es, chicas —exclamó Katherine—. ¿Cómo están? —añadió con un tono mucho más entristecido.

—Bien —respondimos las dos a la vez.

—Bueno, entonces entremos. Les quiero presentar a todos.

Katherine se quedó atrás contestando una llamada, mientras Jackie y yo avanzábamos hacia la puerta. Cuando un chico pasó imprevistamente en su patineta, ni siquiera nos dio importancia. Me pareció algo "mimado", pero lo entendía; dos extrañas estaban por mudarse a su casa.

—¡Hola! —dijo otro chico que estaba acostado en un sillón—. Soy Dani —añadió.

—Jackie —respondió mi hermana.

—¡Maya! —añadí.

Al entrar a la casa, parecía que los niños se multiplicaban; había al menos tres pequeños corriendo por toda la casa. Escuché a George regañar a uno, pero no recuerdo el nombre. Los nombres no se me dan muy bien, y por lo que veo, tendré que aprender muchos hoy.

—Oigan, chicos —dijo George mientras nos asomábamos a una habitación en la que había dos chicos jugando videojuegos—. Ellas son Jackie y Maya. Jackie y Maya, ellos son Isaac y Alex —nos presentó George.

—¿Qué onda? —dijo Isaac desinteresado.

Ninguna respondió. Pero entonces, Alex se puso de pie. Era muy alto, bueno, quizás no tanto, pero yo soy muy baja, así que la diferencia de altura era bastante grande. Tenía el cabello castaño y desordenado, ojos verdes realmente hermosos, y ni hablar de que tenía unas pecas que hacían que su rostro se viera tan atractivo. ¿Qué carajos estoy diciendo?

—¡Hola! —saludó a Jackie mientras le daba la
mano—

—H...ola —se acercó a mí de una manera un poco más tímida mientras extendía su mano—

—Hola —contesté a su apretón de manos y él sonrió al momento en que nuestras manos hicieron contacto.

Nos quedamos así unos cinco segundos, mirándonos. Por alguna razón no podía dejar de mirar sus estúpidos ojos. Debí verme realmente tonta, ya que Jackie soltó una diminuta y sutil carcajada. Rápidamente ambos nos soltamos y apartamos la mirada.

Al abandonar la habitación, Jackie dejó escapar otra carcajada, pero esta no fue nada sutil.

—¿Quieres callarte? —bufé enojada.

—H...oo...ola —se burló ella.

—Cierra la boca.

El verano de sus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora