Cuando la película estaba por terminar, sentimos ruidos detrás de nosotros en la cocina. Al voltearnos, ahí estaban Isaac, Danny y Nathan.—Hola, chicos —saludó burlón Isaac.
No me explico cómo no los escuchamos. Rápidamente separamos nuestras manos y yo me levanté de golpe. Vaya, Maya, "gran idea". Fue una decisión realmente estúpida de mi parte.
—Yo... me debo ir —me quedé pensando— ¡a cambiar! Ya vuelvo —agregué nerviosa.
Salí de ese lugar lo más rápido posible. Mis mejillas ardían. Desde que me fui de la habitación, sentí que Alex me miraba. Pero no quería ni voltear. Así que simplemente fingí que no lo había notado. Cuando llegué a mi habitación, me di cuenta de que Jackie no estaba; de seguro estaba bañándose.
—Maya —escuché la voz del pecoso acercarse.
Volteé a verlo, pero eso definitivamente no ayudó; mirar sus lindos ojos fijos en los míos me ponía cada vez más nerviosa. Sentirlo tan cerca de mí hacía que una mezcla de sensaciones se acomodara en mi interior.
—No sé qué fue eso, yo, lo siento, fue estúpido de mi parte darte la mano. Solo fue un impulso. Te veías tan bien y me hacías sentir tantas cosas. ¿Qué estoy diciendo? Cállate, Maya. Quizás qué se imaginarán Isaac, Nathan y el resto. Lo siento. Si no me quieres volver a ha—
No pude continuar con lo que estaba diciendo, ya que el pecoso de lindos ojos juntó sus labios con los míos. Sus labios estaban tibios y suaves. Lo único que tenía claro en este momento era que se había convertido en mi nuevo sabor favorito. El beso fue suave, sin prisa, pero de alguna manera se notaba como si lleváramos mucho tiempo reteniéndolo. Él se separó lentamente y fijó su mirada en mis ojos. Esta vez, tomé la iniciativa y volví a juntar mis labios con los suyos. Pero esta vez, el beso fue mucho más brusco y rápido. Él puso su mano en mi nuca, acercándome más hacia él. De pronto sentí cómo su lengua chocaba con la mía. Nos teníamos que separar de vez en cuando para tomar aire, pero luego de inhalar, nuestros labios se volvían a juntar como imanes. Estábamos sentados en mi cama. Él tenía una mano acariciando mi espalda y la otra mi mejilla.
—Maya has visto mi...
Jackie entró sin siquiera tocar la puerta o hacer el más mínimo ruido. Separamos rápidamente nuestros labios y ambos nos levantamos de golpe. Pero aún así, tenía claro que nos había visto.
—Dios mío, Jackie, ¡toca la puerta! —suspiré casi sin aire.
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El verano de sus ojos
عاطفيةMaya Howard, una chica completamente rota, tuvo que aprender a criarse sola desde pequeña, ya que sus padres biológicos la abandonaron cuando era apenas una bebé. A los seis años, fue adoptada por una familia que fue todo lo que siempre había querid...