Ya era de noche. Pasé toda la tarde recostada en mi cama pensando en el beso. No salí de mi habitación en ningún momento. Ni siquiera tenía el valor de toparmelo y verlo a los ojos. Me daba tanta vergüenza, y además, algo dentro de mí sabía que, si lo veía, iba a lanzarme directamente sobre sus labios. Jackie estaba profundamente dormida en la cama de al lado. Al menos ahora sus ronquidos me molestaban menos, pero aún así, no me aportaban nada bueno a mí y a mis problemas de sueño.
—Mierda, definitivamente debo aprender a subir un vaso de agua antes de irme a la cama —susurré para mí misma.
Salí de la habitación lo más silenciosa posible para no despertar a Jackie, y al dar un paso en el pasillo, no pude evitar desviar la mirada hacia aquella puerta, la única que me llamaba la atención de las miles que existían en la casa: la de Alex. Seguí con lo mío, bajé las escaleras muy lento para intentar hacer el menor ruido posible, me serví un vaso de agua y subí, igual o más silenciosamente. Pero al levantar la mirada, ahí estaba.
Este chico tenía un increíble talento para salir de su habitación justo cuando la sed me gana. Él fijó su mirada en mí y luego la desvió hacia el vaso de agua que sostenía. Se acercó lentamente, y con cada paso que daba, miles de sensaciones se liberaban en mi cuerpo. Pensé que iba a decir algo, o incluso algo dentro de mí esperaba y deseaba que me besara, pero él extrañamente solo agarró el vaso de agua que tenía en la mano y se dio la vuelta. Pero claro, Alex tiene planeadas cada una de sus acciones. Luego dejó el vaso en una repisa que había junto a la escalera y se volvió a acercar a mí, solo que esta vez mucho más rápido y directo hacia mis labios. Respondí a su beso enseguida. Este beso parecía mucho más rápido e intenso, no tan de desahogo como los otros. Este tenía puro deseo. Al principio me quedé pensando en por qué me había arrancado el vaso de las manos, pero en ese momento lo entendí. Alex me empujó contra la pared; el movimiento fue suave, incluso puso su mano en mi cabeza para evitar que me golpeara. Pero, aun así, si hubiese tenido el vaso en la mano, lo habría derramado. Y no solo por eso, sino porque el pecoso no paró de hacer distintos movimientos para llevarme "disimuladamente" a su habitación. Pasaron unos minutos, miles de besos y una que otra mano de Alex explorándome, cuando de pronto, la puerta de la habitación de Alex se abrió de la nada.
—¡Dios mío! -Se escuchó afuera de la habitación
Ni siquiera me atreví a voltear. ¿Por qué siempre la gente tenía que entrar de la nada? ¿Acaso no sabían tocar? Y ¿por qué, demonios, las únicas dos veces que me he besado con Alex terminan pasando lo mismo? Pero esta vez era peor. Mucho peor. Hubiese deseado que la persona que hubiese abierto la puerta fuera cualquiera menos la que era. Incluso habría preferido aguantar las burlas de Isaac. Pero, Dios mío, era la peor situación en la que me podía encontrar.
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El verano de sus ojos
RomanceMaya Howard, una chica completamente rota, tuvo que aprender a criarse sola desde pequeña, ya que sus padres biológicos la abandonaron cuando era apenas una bebé. A los seis años, fue adoptada por una familia que fue todo lo que siempre había querid...