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Capitulo 17

Narra Tn

Dormía tranquilamente mientras sukuna tenía su mano en mi seno vendado, no apretaba con fuerza pero sentía la presión de su mano, el estaba detrás mío, el era enorme, tal vez 2,60 mas o menos, pero era suficiente para cubrir mi cuerpo por completo. Los primeros rayos de sol me despertaron, abrí los ojos ya que me golpeaba al rostro. El estaba ahí destras mío, lo se miraba dormido solo tenía los ojos cerrados, cuando si tío que lo estaba viendo, abrió los ojos.

—¿Qué? ¿Por qué me ves?

—Es que... tengo hambre.

—¿Y?, llama aún esclavo para que te traiga comida.

—¿cómo?

—Miras esa campana ahí sobre la mesa, tócala, y vendrá alguien, pides lo que quieras, comes y te callas.

Me estire de la cama y toque la campana, al instante entró una señora de 50 años más o menos.

—Buen día, mi señor, señoría, que desea el día de hoy— ella hizo una reverencia sukuna solo la ignoro y se dio media vuelta—.

—Es que tengo hambre...

—¡Claro!, no se preocupe, le traeré comida ahora mismo, ¿que desea?, ¿algo en particular?.

—Bueno... creo que tengo buen sabor.

—¡ah!, ja,ja,ja, ¡claro!, veré que puedo hacer. ¿Y usted mi señor? ¿Desea comida normal o humanos?

—Vete a la mierda y no molestes.

La señora asintió hizo un reverencia de despedida y salió de la habitación. Estaba en la cama ligeramente cubierta por una sábana , hasta que a los segundo un golpe se escuchó, sukuna se sentó en la cama subió la sábana hasta mi cara, y se puso sus manos en la rostros su mirada demostraba desinterés.

—Entra— dijo con una voz grave y algo perezosa—.

La puerta se abrió al instante era Mahito, al instante me clavó la mirada y puso una cara de desaprobación.

—Maldita sea si que eres una cucaracha... —volteo a ver a sukuna, no era necesario las palabras su mirada decía todo— vengo a hablarte sobre el viaje a medio oriente.

—Y kenjaku...¿te dijo algo?

—No, aún no responde, el viaje será en dos semanas...¿aún irás verdad?

—Si, esos inútiles no pueden hacer nada sin mi al parecer, un revolución de hechiceros paganos e inútiles y no la puede controlar.

—Tal vez no deberías subestimarlos.

—Oye Mahito como que últimamente te gusta decir puras imprudencias, deberías de controlarte más porque te terminaré matando— dice viendo fijamente a los ojos—.

—Mahito frunce el ceño— como sea...¿llevarás a alguna de tu mujeres? O ¿irás solo?

—Ya te dije a quien llevaré

Mahito me miró, el sonrío levemente

—¡Ah!, ¡claro!, ella, mi favorita de todas —miente—