Terminó. ¿O no?

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– El amor es un tremendo dolor de culo – Ichiji llegó de mal humor, tumbó su cuerpo en el gran sofá y enterró su cara en una almohada.

– Confirmo – el peliazul siguió viendo su celular sin prestarle atención a su hermano.

– ¿Qué es lo que te pasa? – Reiju se arrodilló en el piso y quitó un mechón de pelo de su hermano que le tapaba la cara, éste la miró con una mueca.

Para poder entender esta escena tenemos que retrocer unas cuantas horas atrás. Desde el comienzo del día específicamente.

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Había tenido un día tranquilo, tuvo sus clases, desayunó con Violet y algunos amigos de ella, tuvo su última clase con su "profesor favorito" y decidió que se iba a ir pero alguien lo llamó por detrás.

Vinsmoke – frenó en seco y se giró, el corpulento cuerpo estaba apoyodo en el escritorio – Me puedes dar un minuto de tu tiempo?

– Claro... Nos vemos, Vi. – se despidió de la morena e ingresó de nuevo en la estancia. – ¿Qué pasa?

Se le quedó mirando un rato antes de contestar, los intensos mares de sangre lo apuñalaron, el silencio del granate lo ponía inquieto – ¿Puedes venir hoy a mi departamento a unas lecciones privadas?

Sabía a lo que se refería, las lecciones privadas con su profesor son una excusa para los encuentros después de clases que han tenido desde ese día, no habían pasado de besos y caricias subidas de tono, además de tocarse no han echo algo más. Suponía que esa lección era dar otro paso.

Sus mejillas se colorearon de rosa – Claro, claro que estaré allí. En tu casa. Para la lección.

Un ligera risa provino de Katakuri, le daba gracia como el francés se avergonzaba de su tan rara relación.

– Te estaré esperando a las 6:00.

– Allí estaré.

– Claro. – tal vez no se notó, pero una sonrisa se dibujó en sus labios debajo de esa espesa bufanda.

No lo iba a negar. La primera vez que lo conoció algo en él desperto de la nada, un interés extraño por ese chico de cabello rojizo con forma extraña, piel blanca fantasmagórica y ojos azules como el hielo que con solo una mirada te pueden lastimar, aunque igual esos mismos luceros te hipnotizaban, te atraían para luego alejarte. Y él cayó en esos ojos. Agradecía que siempre usara esas gafas extravagantes que ocultaban las profundas ojeras que tenía.

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Ichiji

Pasaron las horas, minutos, y marcó la hora. Bajo rápido las escaleras, se había cepillado tres veces los dientes y por la fuerza que ejerció le dolían las encías pero eso no importa, esa noche experimentaría cosas que nunca antes sintió y cualquier cosa valdría la pena.

Tomó un taxi, le dijo la dirección que le envió el granate por chat y llegó a una zona conglomerada del pueblo, edificios gigantescos, luces encendidas en todas partes y gente fuera de casa divirtiéndose a estas altas horas de la noche. Dejo de prestar atención a su entorno cuando el auto se detuvo frente al edificio más alto de todos. Una sensación de vértigo le inundó.

El recepcionista le recibió e indicó el apartamento, subió hasta el 20° piso.

– Hola... – Katakuri le abrió la puerta tan pronto tocó un poco, lo dejó pasar y a partir de allí todo pasó muy rápido.

Trabajo Familiar?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora