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Cuando llegaron a la casa donde se hospedarían, Yijeong intentó contactar a Junpyo, pero no tuvo éxito. Para despejarse un poco, decidieron salir a recorrer la ciudad. Jandi y Bora se cambiaron rápidamente y los cinco partieron.

Pasaron un rato agradable paseando por el centro de Macao, disfrutando del ambiente animado y las vistas espectaculares. Luego, para relajarse un poco más, tomaron una góndola para recorrer los canales de la ciudad.

Sin embargo, Bora optó por quedarse abajo y esperar. A pesar de que Woobin insistió en quedarse con ella, Bora lo persuadió de que Jandi, aunque aparentaba estar bien, necesitaba la compañía y apoyo de sus amigos más cercanos en ese momento. Woobin, finalmente, aceptó y se unió a los demás, mientras Bora merodeaba por un parque cercano, explorando los locales.

Al finalizar su paseo en góndola, se reunieron nuevamente con Bora y decidieron ir a cenar a un restaurante muy popular en la zona. Pero justo al entrar, Jihoo se detuvo repentinamente, con una expresión de preocupación en el rostro.

—¿Qué sucede? ¿No hay lugar? —preguntó Yijeong, mirando a su alrededor.

—No se preocupen, amigos —comentó Woobin con confianza—. Tan pronto mencionemos el nombre de Junpyo, todo estará okay.

—Vamos a otro lugar —dijo Jihoo tenso.

Bora, que había estado observando la situación, se dio cuenta de que algo no andaba bien. Sin saber exactamente qué estaba ocurriendo, decidió intervenir para aligerar el ambiente.

—¿Y si mejor probamos algo de comida local? —sugirió con una sonrisa casual, inventando una excusa rápida.

Jandi seguía sin comprender del todo, mientras que Yijeong, que había captado la situación, soltó una pequeña carcajada.

—¿Por qué? Ya que te sientes a gusto en Venecia, ¿quieres comida italiana?

Woobin, aún un poco confundido, recibió un codazo de Bora y una seña de Yijeong para que se fueran.

—Tienes razón —respondió, riendo nervioso—. También hay un excelente restaurante italiano por aquí. ¡Come on guys!

Con eso, lograron desviar la situación y todos salieron del lugar.

Después de cenar, decidieron que era momento de dar por terminada la velada y regresar a descansar. Jandi y Bora compartían habitación, pero Jandi permanecía en silencio, con la mirada perdida hacia la ventana, sumida en sus pensamientos. Mientras Bora se disponía a cambiarse para dormir, alguien tocó la puerta. Al estar más cerca, decidió abrir.

Era Jihoo.

—Perdona —dijo Jihoo, al ver a Bora con el pijama en la mano—, ¿te importaría si hablo un momento con Jandi?

Bora negó con la cabeza, sonriendo para tranquilizarlo, y le dio espacio para entrar. No queriendo interrumpir lo que fuera que necesitaban hablar, dejó su pijama sobre su cama y salió discretamente de la habitación, dejándolos a solas.

Se dirigió a la sala de estar y, para su sorpresa, encontró a Woobin sentado en uno de los sillones, en la penumbra.

—¿No puedes dormir? —preguntó ella mientras se sentaba a su lado.

Woobin sonrió al verla.

—Fue un día largo —respondió con un suspiro—, y mañana probablemente lo será aún más.

Bora subió las rodillas al sillón y apoyó su cabeza en ellas, mirando a Woobin pensativa.

—Es increíble —dijo de repente, mirándolo a los ojos.

—¿Qué cosa? —preguntó él, algo confundido.

—Lo mucho que te preocupas por ellos —continuó Bora—. Es admirable ver todo lo que haces por tus amigos. Es difícil encontrar a alguien así.

Woobin la observó con más atención, sorprendido por lo que acababa de escuchar. Nunca nadie le había reconocido aquello, y tal vez por eso él también lo pasaba por alto. Pero Bora, con esa calma y sinceridad que la caracterizaba, había logrado poner en palabras lo que él mismo no había notado.

Siguieron hablando un rato más, hasta que Jihoo terminó de hablar con Jandi. Bora se despidió de Woobin y volvió a la habitación. Al entrar vio a Jandi cabizbaja.

Bora dudó un momento antes de acercarse lentamente.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente, tomando asiento al lado de Jandi.

Jandi suspiró, sin mirarla directamente.

—Lo siento... Es solo que... este viaje... no es lo que esperaba.

Bora la miró comprensiva, sabiendo que Jandi estaba lidiando con mucho.

—Debe ser difícil —dijo Bora en voz baja—. A veces las cosas no salen como las planeamos... Pero lo único que nos queda es aceptarlo y seguir adelante.

Jandi finalmente la miró, con sorpresa en sus ojos.

—No sé si yo pueda hacerlo —admitió.

Bora negó con la cabeza suavemente, poniendo una mano en el hombro de Jandi.

—Es normal sentirse así —dijo—. Pero tienes a tus amigos aquí, y no estás sola. Incluso si no nos conocíamos mucho antes, quiero que sepas que puedes contar conmigo también.

Jandi sonrió, agradecida por la sinceridad de Bora.

—Gracias. No esperaba que Woobin Sunbae tuviera a alguien como tú... Me alegra que estés aquí.

Bora soltó una pequeña risa al escuchar las palabras de Jandi.

Luego de charlar un poco más, ambas decidieron que ya era hora de dormir, poniendo fin a un largo día lleno de emociones.

Sombras del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora