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Han pasado 6 meses desde que Junpyo se fue y lo único que sabían de él era lo que salía en las noticias. Después de la graduación de los F4, Jandi recibió la desgarradora noticia de que no podría seguir nadando debido a la lesión en su hombro, lo que la sumió en una profunda tristeza. Al enterarse de esto, los F4 y Gaeul, preocupados por ella, decidieron organizarle una ceremonia en su honor, un gesto que conmovió profundamente a Jandi. Durante el evento, no solo le brindaron apoyo, sino que también le desearon suerte en su decisión de viajar a Macao en busca de Junpyo.

Sin noticias de Jandi desde que partió a Macao, los F4 tomaron la decisión de ir a buscarla. Apenas llegaran, Woobin usaría sus contactos para localizarla rápidamente. Mientras pensaba en los preparativos, Woobin se quedó mirando su teléfono. Una idea le rondaba la cabeza: invitar a Bora a unirse al viaje. Acababan de graduarse y un cambio de aires podría venirle bien a ella también. Después de algunos minutos de duda, marcó su número.

—Woobin —respondió ella, alegre.

—¡Bora! —respondió él, con una sonrisa en la voz—. Oye, ¿tienes planes para los próximos días?

—Mmm... No, creo que no. ¿Por qué?

—¿Te gustaría acompañarnos a Macao? —preguntó Woobin, directo.

—¿Macao? —Bora se sorprendió.

—Sí, Jandi fue a buscar a Junpyo, pero parece que las cosas no están yendo muy bien. Nosotros iremos a asegurarnos de que esté bien y pensé que podrías venir. Nos acabamos de graduar, un viaje no suena nada mal, ¿no? —intentó convencerla Woobin.

Bora dudó un momento. Le encantaría viajar, sobre todo con Woobin, su único amigo cercano en ese momento, pero no estaba segura de ser bienvenida.

—No lo sé... No quiero incomodar a nadie, menos a Jandi. Quizá no le resulte cómoda mi presencia...

—Precisamente por eso lo pensé —respondió Woobin, con seriedad—. Creo que a Jandi le vendría bien la compañía de otra chica. Su amiga Gaeul no puede ir, así que podrías ser de gran ayuda. Aunque seamos sus amigos, hay cosas que no entendemos del todo. Además, sería una oportunidad para que se conozcan mejor.

Las palabras de Woobin la hicieron sentir más tranquila y aceptó unirse al viaje.


Al día siguiente, Woobin fue temprano a recoger a Bora para ir al aeropuerto. En el camino, conversaron de muchas cosas, y él descubrió que esta no era la primera vez que Bora iba a Macao, ya que conocía bastante sobre el lugar y sus costumbres.

—¿Cómo sabes tanto de Macao? —preguntó Woobin, mientras manejaba.

—He ido muchas veces por el trabajo de mis padres. Cuando pueden, me llevan a sus viajes. Y, estando allá sola, me gustaba recorrer las calles y hablar con la gente local. Ellos me contaban historias sobre su cultura; la verdad es que es un lugar fascinante —respondió Bora con una sonrisa.

—¿Tus padres trabajan en Macao?

—Son diplomáticos, así que viajan mucho para representar a Corea del Sur en el extranjero. Cuando los viajes eran más largos, me llevaban con ellos para no quedarme sola en casa —explicó ella.

—Vaya, entonces has viajado bastante. Te debe haber encantado, ¿no? —dijo Woobin, interesado.

—Sí, pero lo que más me fascinaba era escuchar a la gente —admitió Bora.

—¿Escuchar a la gente? —preguntó Woobin, levantando una ceja.

—Cada persona tiene una historia única que contar. A veces, solo con tomarte el tiempo para escuchar a alguien, puedes aprender mucho y ver las cosas desde una nueva perspectiva. Es sorprendente lo valioso que puede ser simplemente escuchar. ¿No te ha pasado alguna vez? —preguntó ella, mirándolo con curiosidad.

Woobin se quedó en silencio, concentrado en la carretera, mientras reflexionaba.

"Lo entiendo perfectamente", pensó.

Sin embargo, decidió no decir nada.


Cuando llegaron al aeropuerto, Jihoo y Yijeong se sorprendieron al ver a Bora. Sin embargo, decidieron guardar silencio, pues Woobin les había lanzado una mirada amenazadora que dejaba claro que no debían hacer preguntas. Así que, con una sonrisa, recibieron a Bora. Después de todo, no tenían problema con que ella estuviera allí.

Al aterrizar en Macao, Woobin contactó a sus hombres para rastrear el paradero de Jandi. Primero dejaron sus maletas en el lugar donde se hospedarían y luego se dirigieron directamente al sitio donde se encontraba Jandi.

Una vez en el lugar, la encontraron en un callejón, rodeada por un grupo de delincuentes que intentaba secuestrarla.

—¡Ayuda! ¡Gu Junpyo! —gritaba Jandi desesperada.

Al ver la situación, los chicos no tardaron en intervenir. Antes de unirse a ellos, Woobin se puso rápidamente sus guantes y miró a Bora.

—Ve con Jandi y asegúrate de que esté bien.

Bora asintió y se dirigió a Jandi mientras Woobin se unía a Jihoo y Yijeong. Buscó a Jandi con la mirada y la encontró acurrucada en un rincón, aterrorizada, mientras observaba la pelea. Se acercó a ella con delicadeza, tocándole el hombro para no asustarla más.

—¿Jandi? ¿Te acuerdas de mí? —preguntó Bora con suavidad.

Jandi asintió de manera insegura.

—¿Te encuentras bien? ¿Te hicieron algo?

Jandi negó con la cabeza, aún desconcertada y con lágrimas en los ojos.

Cuando sintió que la pelea había llegado a su fin, Bora miró hacia el lugar donde Woobin y los demás enfrentaban a los agresores. Woobin las observaba a distancia para asegurarse de que todo estuviera en orden. Bora le hizo un gesto con la mirada para confirmar que estaban bien. Woobin asintió y volvió su atención a los individuos, ahora en el suelo.

—¿Conocen a Il Shil Hweh? —preguntó, apuntándolos con firmeza.

Al escuchar ese nombre, sus rostros se llenaron de terror.

—¿Eres el príncipe Song? —exclamó uno de ellos, acorralado por Woobin.

—Sí —confirmó Woobin.

Al darse cuenta de quién era, se arrodillaron y empezaron a pedir perdón con temor.

—¡Rápido! ¡Lárguense de aquí!

El grupo salió corriendo, y los chicos se volvieron hacia las chicas. Bora se levantó y se acercó a Woobin al notar que Jihoo se acercaba a Jandi.

—¿Qué sucede? —preguntó Jandi al verlos reunidos.

—Solo lo supe —le respondió Jihoo con una sonrisa mientras le limpiaba las lágrimas—. Supe que estarías llorando así.

Jandi le devolvió la sonrisa y miró a los chicos junto con Bora.

—Vamos, seguro que Jandi necesita dejar su maleta en un lugar seguro —comentó Yijeong, tratando de aliviar el ambiente.

Todos asintieron y se dirigieron a su alojamiento temporal.

Sombras del MafiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora