capítulo 4: alerta de peligro

53 47 12
                                    

El día amaneció con un cielo encapotado, lo que envolvía a Valguero en un ambiente pesado y misterioso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El día amaneció con un cielo encapotado, lo que envolvía a Valguero en un ambiente pesado y misterioso. Elizabeth se despertó sobresaltada, todavía con los ecos de los sueños inquietantes rondando su mente. Había soñado con sombras, figuras que no eran humanas, criaturas de ojos brillantes que la observaban desde la oscuridad de la selva. Quizá los fragmentos que había leído en el diario la estaban afectando más de lo que pensaba, o quizá... había algo de verdad en esas advertencias escritas a toda prisa.

El campamento estaba tranquilo. Las otras mujeres, las tres desconocidas con las que se habían topado el día anterior, aún dormían. Elizabeth se sentó junto al fuego moribundo, atizando las brasas con cuidado para mantener el calor. A su lado, Sam seguía en un sueño profundo, lo que le dio un momento de reflexión en solitario.

La conversación con las tres mujeres la noche anterior había sido reveladora. Se habían presentado una vez que la tensión había bajado. Nina, la mujer de cabello oscuro y expresión fuerte, parecía ser la líder del grupo. Era reservada y directa, claramente acostumbrada a liderar en situaciones difíciles. Las otras dos eran Lana y Iris, ambas más jóvenes, pero igualmente marcadas por el tiempo que habían pasado en Valguero. Lo que más le había llamado la atención a Elizabeth era cómo todas parecían compartir un sentimiento de desconfianza, no solo hacia las criaturas, sino hacia el propio entorno. Como si algo más grande estuviera sucediendo, algo que ninguna podía nombrar con certeza.

-¿Algo mal?-La voz de Nina rompió el silencio matutino, interrumpiendo los pensamientos de Elizabeth.

Sacudió la cabeza, apartando las imágenes de su sueño.-Solo pensando. Este lugar... parece diseñado para hacernos dudar de todo.-

Nina asintió mientras se acercaba al fuego. -Ese es el problema con el Arca. Te hace cuestionarlo todo, incluso a ti misma.-

Un ruido entre los arbustos las alertó a ambas. Elizabeth se levantó rápidamente, su mano aferrándose a la lanza que había improvisado días antes. Nina hizo lo mismo, pero en lugar de una lanza, sacó un cuchillo de caza que llevaba en su cinturón. Ambas observaron la maleza en silencio, conteniendo la respiración.

De repente, Iris salió de entre los arbustos, con las manos llenas de frutas silvestres y una sonrisa nerviosa en el rostro.-Perdón, fui a buscar algo para comer-dijo, notando la tensión de sus compañeras.-No quería despertar a nadie.-

Elizabeth dejó escapar un suspiro de alivio, y Nina bajó el cuchillo, aunque no del todo.-La próxima vez avisa antes de desaparecer- le advirtió con dureza.

-Lo siento- Iris respondió, notoriamente incómoda.-Solo pensé que necesitábamos algo más que carne para desayunar.-

Lana y Sam se unieron al grupo poco después, despertadas por el leve alboroto. Pronto, las cinco se sentaron alrededor del fuego, compartiendo la comida en un silencio que se sentía tenso, aunque todas intentaban ignorarlo.

Ecos del arca: Valguero Donde viven las historias. Descúbrelo ahora