Capítulo 2: Traidoras de la monarquía, parte I

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Capítulo dedicado a: Victamsb, agatharon8, castle_20

Mini maratón 1/3

Capítulo 2: Traidoras de la monarquía, parte I

AURORA DUNKEL


Estaba de rodillas, todo mi cuerpo temblando, él me tomó de la barbilla, alcé la vista viendo lo alto que lucia desde mi ángulo, los músculos de su pecho trabajado y fuerte, sus caderas en esa "v" que desaparecía de donde colgaba su pantalón, sus ojos oscurecidos haciéndome temblar, relamí mis labios ante el monumento escultural que era él. Noté una ligera sonrisa en su boca y con su pulgar acarició mi labio inferior lentamente.

—Dulce printssesa, no puedes escapar de mí.

Me soltó y entonces me empujó de los hombros, yo caí hacia atrás de espaldas, él se derrumbó sobre mí, sus manos tomando mis muñecas a mis costados, mi corazón latía desenfrenado mientras su aliento lo percibía a un costado de mi rostro bajando lentamente hasta rozar mis labios, sus ojos pardos se cruzaron con los míos cuando susurró:

—Vendré por ti.

Me sobresalté cuando escuché la vieja puerta del establo abrirse. La paja de donde había reposado la cabeza para descansar unos segundos me había dejado pegada algunas hebras de pajas en la mejilla y la boca. La realidad me hizo sentir un vacío en mi pecho, pensé que estaba con él, deseaba que estuviera aquí, lo cual era una locura, porque ese hombre era el enemigo de mi padre. ¿Pero qué ocurría conmigo qué mi corazón latía en desenfreno por solo ver una ilusión en mis sueños de su rostro y su cuerpo? Mis manos temblaban, mi cuerpo apenas recobrandose de su advertencia.

«Vendré por ti».

—A movernos princesita —dijo Gil entrando recogiendo su pequeño galón de agua medio vacío y su manta sucia de tierra.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—No podemos quedarnos aquí toda la vida —dijo—, el señor Helt fue amable pero, ya sabe que nos persigue Igor y quiere que nos vayamos lo antes posible.

Habíamos estado recorriendo un largo camino, escondiendonos en cada establo o conocidos de los presos que veíamos. En su mayoría todos se habían ido por su cuenta, solo unos pocos habíamos quedado unidos huyendo del rey de la mafia rusa. El plan era caminar de regreso a Belmia pero, ahora con la orden de captura que me había impuesto el rey por traición, teníamos que hacer todo lo, posible por no ser vistos y encontrarnos una ruta para pasar de Belmia a Alemania sin dejar huellas.

—Ah. —Me levanté sacudiendo mi ropa, aun tenía ese amargo en mi garganta al recordar el intenso sueño que había acabado de tener.

Apenas me dirigía a la puerta, Gil me tomó del brazo.

—Oye, tienes que olvidarte de Igor —dijo.

Pestañe un par de veces, la verdad me había tomado desprevenida.

—No sé de qué hablas —susurré y aclaré ni garganta luego de unos segundos donde encontré mis voz.

Gil estrechó los ojos, como si supiera algo más.

—No sé qué haya pasado entre ustedes pero te diré algo —dijo, su mirada llena de advertencia—, si no nos disparó, fue por ti, y te puedo asegurar que no lo hizo por piedad o amor, lo hizo porque cuando él te atrape, te hará sufrir tanto que desearás nunca haberte escapado, él no tiene piedad, mucho menos cuando es burlado. ¿Comprendes?

Tragué pesadamente saliva y afirmé con la cabeza.

—Vamos —ordenó Gil y lo seguí.

EVA DUNKEL

El efecto de la pastilla se desvanecía, las imágenes de Eros venían en mi cabeza como un remolino de fragmentos.

«Eros está muerto»

Sentía que empezaba a sudar. El eco del dicho de los rebeldes diciendo «Muerte al monarca» se repetía en mis oídos una y otra vez.

«Traicionó la monarquía y se suicidó»

El dolor de mi corazón me apretaba el pecho, no había ni siquiera podido reprimir el montón de sentimientos que me atosigaban la cabeza. Empezaban los dolores otra vez, la melancolía al saber cómo acabó todo, Eros suicidándose, diciéndome que hiciera lo que hiciese falta por sobrevivir, y yo intentando mantener mi vida, pero perdiendo a mi bebé por un desquiciado demente.

Escuchaba el zumbido de una radio, a pesar de que no había abierto los ojos, sabía que habían ya pasado algunos días.

La búsqueda se ha desplegado a distintas zonas de la ciudad —se escuchaba en la radio—, han secuestrado a la reina Eva Dunkel. Presuntamente la han redirigido a un hospital en las cercanías de Alemania y los Rebeldes han tomado posesión del avión, noticia en desarrollo los mantendremos informados.

—Tienen talento para encajar mentiras...

Esa voz me hizo voltearme, vi al doctor que me había ayudado, él estaba en el suelo al lado de la cama de donde yo estaba, a su lado una vela que lo hacía ver apenas las sombras de su rostro. Su cabello rubio en tonos un poco cobrizos, sus ojos marrones pareciendo sombríos, tenía una franela y un pantalón corto, también parecía acalorado, las ventanas estaban cerradas.

—Siempre es así —continuó diciendo—, la monarquía solo muestra lo que ellos quieren que veas, no mostrarán nada que no les beneficie.

Entendía lo que me decía, yo había salido del reino huyendo, y con temor de que volvieran en cualquier momento por mí a asesinarme por traidora; por huir del rey, no huía de los Rebeldes como lo hacían ver en las noticias.

—Creí que estabas a favor del rey Román. —comenté.

Él bufó.

—Si fuera así no te habría ayudado, pero, la gente común como nosotros no tiene opciones, solo aceptar lo que nos toca.

Apreté los labios, que trabajaran para ellos no quería decir que estuvieran de acuerdo, pero admitir el desacuerdo traería consigo la ejecución.

Al doctor lo matarían por mi culpa si lo llegaban a descubrir.

La maldad del rey (#2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora