Capítulo 10: Presos del recuerdo

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Capítulo dedicado a: alcocermishell

Capítulo 10: Presos del recuerdo

IGOR VOLKOV

Tomé de mi trago amargo, whiskey mezclado con sangre de serpiente, fuerte, tanto que me calentaba todo el cuerpo, veía a la mujer frente a mi vistiendo solo unas bragas de hilo rojo y tacones.

—Suéltate el cabello —ordené.

Ella obedeció, pero no era suave, no se movía suavemente junto con ella, ni mucho menos tenía esa sensualidad que desprendía de su cuerpo, siguió bailando mientras se arrodillaba frente a mí; entre mis piernas, sus ojos no eran ese color inocente, no tenía esa curiosidad, esta era experiencia. Quería olvidar los rastros de esa mujer en el cuerpo de otras pero solo acababa frustrado.

—Baja la mirada —solté.

Ella lo hizo, pero me enojaba cada vez más, la printsessa no la bajaba, la printsessa me miraba, me retaba mientras sus mejillas se volvían rojas. Cuando bajó mi cremallera, solté un gruñido.

—Vete.

—Pero... —dijo sin embargo me levanté acomodandome la cremallera, no había podido ni siquiera tener una maldita erección sin pensar en la printsessa, como si se hubiera tatuado en mi maldita cabeza.

Fui hacia mi oficina y me encerré ahí para servirme un poco más de mi bebida, la temperatura bajaba y esto lograba mantenerme caliente internamente. Tocaron la puerta, permití que pasaran y abrieron.

—Korol.

Voltee hacia uno de mis asistentes principales, el que llevaba acabo la investigación de a dónde se habian ido los prisioneros.

—¿Noticias de Aurora? —pregunté y no pude controlar lo que sentía mi cuerpo al pensar en que hubieran dado con ella.

—No, hay otras noticias.

Intenté disimular mi decepción, pero creo que fue inútil.

—Si no es de Aurora no me interesa, estoy ocupado.

Había mandado a buscar a los presos por cielo y tierra, pero lo único que me importaba era que encontraran a Aurora. Se ocultaba de mí porque sabía que lo que le vendría sería mí ira, ella se burló en mi cara, pero más que enojado, estaba admirado por la destreza que tuvo al engañarme como una maldita marioneta. ¿Como esa mujer pudo realmente bajo esa cara de inocencia burlarse de mí? Pero sobre todo ¿por qué yo no podía olvidarla? Ese momento de su traición, cuando la vi escapar, debí volarle la cabeza por atreverse a burlarse de mí, pero algo me lo impidió, algo que aún no sabía lo que era. Hasta el sol de hoy, solo recordaba su cuerpo, recordaba su leve sonrisa y su mirada al verme mientras gemía debajo de mí. Saber que yo fui el primero en tocar su cuerpo, al saber que era mía, la curiosidad crecía y me obsesión por ella aumentaba, porque ella me pertenecía. Yo era su dueño. Juré que cuando la tuviers otra vez frente a mí la mataría, porque si no era mía, no sería de nadie.

—Los rebeldes han pedido permiso para cruzar la frontera, piensan dirigirse hacia acá, se ha hablado con el líder Hélio y el presidente.

Estreché los ojos y la copa de whisky se rompió en mí mano.

—¿El príncipe Eros dunkel se dirige hacia acá?

La maldad del rey (#2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora