Capítulo 19: En las garras de Igor, Parte I

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Capítulo 19: En las garras de Igor, Parte I

AURORA DUNKEL

Despierté sobresaltada y me senté, estaba en una cama, a mi alrededor paredes blancas, no había más objetivos que una mesa de madera sin cajones, ni nada que pudiera usar en mi defensa.

Sabía que ahora estaba jodidamente en problemas, estaba metida en la boca del lobo que estaba dispuesto a asesinarme, estaba nuevamente en la prisión de la que apena logré salir con engaños, pero dudaba que ahora pudiera volver a hacerlo.

Me levanté para intentar huir hacia la puerta pero en el momento en que salí de la cama las cadenas que no sabia que ataban mis tobillos, me hicieron caer al piso de frente lastimándome un costado de mi rostro y mi torso en un ruido seco contra el piso.

—Ahg... —jadee recuperando el aliento.

De repente la puerta se abrió y alcé la vista cuando las pesadas pisadas de sus botas sonaron contra el suelo lentamente mientras se acercaba a mí, como un cazador acecha a su presa, un cazador que sabe que su presa no tiene salida. Llevaba ropa oscura y sucia de cenizas, olía a pólvora, sus ojos pardos estrechos fijos en mí con una expresión tensa maquiavélica.

Si pensaba que estaba jodida, entonces ahora definitivamente estaba más que muerta.

—Printsessa. —susurró— Que bueno que ya despertaste.

Retrocedí por el suelo hasta sentarme y mí espalda pegó de la cama, él no se movió de su luvar, su boca estirándose en una leve sonrisa maléfica, su fría mirada traspasándome.

—No tienes que asustarte, solo quiero hacerte mucho daño. —continuó murmurando.

Mi pecho subía y bajaba cuando él dio unos pasos hacia mí y entonces se agachó, su mano se estiró y tocó un mechón de mí cabello.

—¡Suéltame! ¡No me toques, monstruo! —grité volteando la cabeza, sin embargo lo único que logré fue golpearme con la madera de la cama.

Él se rió entre dientes, una risa profunda que me erizó la piel.

—No te importó que te tocara cuando quisiste engañarme ¿cierto? —susurró—, me entregaste todo lo que quería a cambio de despistarme y lo lograste, pero ahora estas otra vez aquí y quiero que sepas que me has enojado mucho, printsessa. Esta vez, no habrá recompensas, esta vez solo quiero hacerte sufrir.

Su tono tranquilo y ligeramente dulce mientras me amenazaba me hizo temblar, cerré los ojos para no tener que verlo.

—Esa noche, no solo te fuiste, sino que sacaste a todos los hijo de perra que tenía encarcelados —gruñó—, esa es una falta muy grave, printsessa.

No me atreví a volver a mirarlo cuando sentí que acercó su rostro al mio, su nariz rozando mí mejilla, su aliento estaba agitado mientras me olía como un perro que intenta reconocer a su objetivo. De repente me tomó de mi cuello envolviendolo en su mano, jadee de la impresión.

—Mírame —ordenó y apretó un poco más dejándome sin respirar—, te he dicho, que me mires.

Abrí los ojos sintiendo como me asfixiaba, sus ojos pardos estaban llenos de rencor y maldad.

—De mí nadie se burla, printsessa.

La maldad del rey (#2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora