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**Capítulo 4: Primer Encuentro**
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El mes de octubre trajo consigo un cambio palpable en el aire. Las hojas de los árboles que rodeaban Hogwarts comenzaban a caer en espirales doradas y rojizas, cubriendo los senderos con un manto crujiente. El frío se había instalado definitivamente en los pasillos del castillo, y aunque el bullicio de los estudiantes llenaba cada rincón, había una sensación de quietud en el ambiente, como si la llegada del invierno trajera consigo una pausa inevitable. En ese marco otoñal, la rutina diaria de las clases continuaba con más intensidad, y los profesores se aseguraban de mantener a los estudiantes concentrados.

En una de esas mañanas frías, Sirius Black caminaba por los pasillos de Hogwarts junto a James, Remus y Peter, todos envueltos en sus túnicas para protegerse del viento. Aunque siempre se mostraba desenvuelto y confiado, Sirius no podía evitar sentir una ligera inquietud al saber que ese día sería diferente. Desde que había llegado a Hogwarts, su grupo de amigos, los que luego serían conocidos como los Merodeadores, había sido su refugio. Eran inseparables, y juntos hacían que el castillo se sintiera más como un hogar. Pero aquel día, las clases de los cursos de primer año se entrelazaban, y Sirius sabía que por primera vez compartiría clase con estudiantes de otras casas.

“¿Estás listo para la nueva clase, Sirius?”, preguntó James con su característica sonrisa traviesa, mientras caminaba con las manos en los bolsillos de su túnica.

“Por supuesto”, respondió Sirius, tratando de sonar indiferente. “No puede ser peor que las otras. Además, lo interesante es ver a quién ponen como compañero de trabajo.”

Remus levantó una ceja y lanzó una mirada rápida a Peter, quien siempre parecía algo nervioso antes de las clases. “No te quejes luego si te ponen con alguien que no soporte tus bromas.”

“Eso no sería divertido”, intervino James, sonriendo de lado. “Tal vez es hora de que le toque a alguien aguantar a Sirius.”

Sirius se rió, pero no dijo nada más. Aunque siempre se mostraba relajado, sabía que el grupo de trabajo que se les asignaría esa tarde lo colocaría con estudiantes que no eran sus amigos más cercanos. Había algo inquietante en la idea de que, por primera vez desde que llegó a Hogwarts, tendría que interactuar más profundamente con personas fuera de su círculo.

Cuando llegaron al aula, vieron que el profesor ya estaba esperando. Era una clase mixta, que unía a Gryffindors y Slytherins, algo poco habitual, pero necesario debido a la naturaleza del curso. Estaban en la sala de Historia Social, una materia nueva que buscaba explorar la convivencia entre las diferentes casas, sus relaciones y cómo eso influía en la vida de cada estudiante. El profesor les había advertido desde el principio del año que gran parte de su evaluación dependería de un proyecto que harían en parejas, y esa mañana, descubrirían quiénes serían sus compañeros.

Sirius ocupó su asiento junto a James, mientras el aula se llenaba lentamente de los estudiantes de Slytherin. Y ahí, a pocos metros de él, entró Severus Prince. Para Sirius, el nombre Snape no existía, ya que había oído que aquel chico reservado prefería ser llamado por su apellido materno. Severus llevaba el cabello oscuro cayendo alrededor de su rostro, su expresión seria y calculadora. Sirius no pudo evitar notar que el joven Slytherin siempre parecía al margen de todo. A pesar de la compañía cercana de Lucius Malfoy y Barty Crouch Jr., había en él una distancia, una frialdad que lo apartaba del bullicio habitual del aula.

El profesor, un hombre de mediana edad con gafas redondas, finalmente se puso de pie, haciendo un gesto para que el aula se calmara.

“Hoy comenzaremos el proyecto más importante del curso”, dijo con una voz clara y autoritaria. “Los he asignado en parejas, y deberán trabajar juntos durante los próximos nueve meses para preparar un informe sobre sus experiencias en Hogwarts, ya sea de forma individual o en conjunto. El objetivo es que reflexionen sobre su tiempo aquí, sobre cómo han cambiado desde que llegaron y sobre lo que han aprendido de los demás. Tienen hasta el final del curso para entregar el trabajo, y será evaluado tanto por el contenido como por la colaboración.”

Un murmullo recorrió la sala. Era una tarea extensa y, lo que resultaba más preocupante para muchos, se llevaría a cabo en parejas. Sirius cruzó una mirada rápida con James, pero antes de que pudieran decir nada, el profesor comenzó a leer los nombres.

Las parejas se anunciaban una por una, con cada estudiante esperando ansiosamente saber quién sería su compañero. Finalmente, llegó el momento que Sirius había temido.

“Sirius Black…”, dijo el profesor, haciendo una pausa que parecía durar una eternidad. “Y Severus Prince.”

El aula se quedó en silencio por un breve instante. James soltó una pequeña exclamación ahogada, sorprendido, mientras Sirius se quedó rígido en su asiento. No podía creerlo. De todas las personas en Hogwarts, había sido emparejado con Severus. El Slytherin lo miró brevemente, sin mostrar ninguna emoción aparente. Pero en el rostro de Sirius, un destello de molestia cruzó antes de que pudiera ocultarlo detrás de su típica sonrisa indiferente.

“Bueno, parece que el destino quiere que trabajemos juntos, ¿eh?”, murmuró Sirius, en un intento de sonar despreocupado mientras recogía sus cosas.

Por su parte, Severus no dijo nada al principio. Se limitó a observarlo con una mirada fija, sin emoción. Finalmente, asintió levemente, como si aceptara su destino con la misma frialdad que todo lo demás.

Cuando la clase terminó, el profesor les pidió a las parejas que se reunieran para discutir su proyecto. Sirius y Severus se quedaron en sus asientos, ambos conscientes de que estaban atrapados en esta colaboración por el resto del año.

“Tenemos hasta julio para hacer esto”, dijo Sirius, cruzando los brazos. “No sé tú, pero preferiría tenerlo resuelto cuanto antes.”

Severus lo miró con su habitual expresión inescrutable. “No me importa el tiempo que tome. Prefiero que el trabajo esté bien hecho a que se haga deprisa.”

Sirius frunció el ceño, pero no replicó. Aunque siempre había sido competitivo, sabía que Severus tenía razón. Este no era el tipo de tarea que se podía resolver con bromas y ocurrencias rápidas. Era algo que requería esfuerzo, y aunque lo odiara, tendría que trabajar junto a él si quería obtener una buena nota.

Ambos decidieron reunirse en la biblioteca al día siguiente para comenzar a planear el proyecto. Mientras caminaban hacia sus respectivos destinos, Sirius no pudo evitar preguntarse cómo iba a lidiar con los próximos nueve meses. Severus, con su carácter frío y reservado, era lo opuesto a él en todos los sentidos. No había bromas fáciles ni conversaciones ligeras. Y aunque su primer encuentro había sido cortante, algo en el fondo de su ser le decía que, tal vez, esta colaboración forzada revelaría más de lo que ambos estaban dispuestos a mostrar.

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La tarde siguiente, la biblioteca estaba tranquila, con solo el suave crujir de páginas y murmullos lejanos. Sirius llegó primero, esperando a Severus en una mesa apartada del bullicio. Cuando finalmente apareció, se sentaron en silencio, cada uno organizando sus pensamientos antes de hablar.

Sirius rompió el silencio. “Mira, no me gustan las formalidades. Si vamos a trabajar juntos, prefiero que sea eficiente. ¿Qué tal si dividimos el trabajo en dos? Tú haces tu parte y yo la mía, y luego lo juntamos.”

Severus lo miró con una ceja levantada. “Esa sería la solución más fácil, pero también la menos interesante. El propósito de este proyecto es compartir experiencias. No se trata solo de escribir lo que pensamos individualmente, sino de aprender de los demás. Y tú, Black, no eres alguien de quien me gustaría aprender, pero es lo que tenemos que hacer.”

Sirius parpadeó, sorprendido por la franqueza de Severus. Sin embargo, algo en sus palabras resonó en él. A pesar de todo, había algo intrigante en la posibilidad de entender a alguien tan diferente.

Con un suspiro, Sirius cedió. “De acuerdo, lo haremos juntos. Pero solo si ambos ponemos de nuestra parte. Esto no será fácil, pero tal vez aprendamos algo en el proceso.”

Ambos asintieron, sabiendo que el camino que tenían por delante no sería sencillo. Pero aunque no lo sabían aún, aquel proyecto que los unía por obligación comenzaría a derribar las barreras que cada uno había construido alrededor de sí mismo. El destino, una vez más, parecía tener planes inesperados para Sirius y Severus.

✨🌙En el Silencio de la Luna🌙✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora