31. El don de Baltazar

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Atravesamos el portal todos los presentes, incluido el enorme dragón que provoca que los hechiceros y elfos a nuestro alrededor del jardín detengan sus actividades por la sorpresa y miedo absoluto que les produce Dionisio reflejado en sus expresiones.

─Dionisio quédate aquí, y no calcines a nadie, ¿si?─ le pido al enorme dragón, que rueda sus ojos en respuesta─ Dobby vigilalo y charla un poco con él─ le ordeno a mi fenix.

─Ahora tendré que ser niñero, y encima del dragón que me tenía como prisionero... esta bien, pero déjanos comida al menos.

Luego de hacerles aparecer sus comidas habituales a las dos criaturas, el resto de nosotros corre hacia el gran palacio para poder encontrar al ángel dorado manipulador de mentes. Vamos en camino al salón de juntas ya que Baltazar siempre se encuentra allí por las mañanas y de seguro su hijo este charlando con él en este momento.

─ Aún no entiendo como convenciste a mi sobreprotector hermano de tu plan de dar con Aurora y su espíritu de la primer hada...─ dice Ana a mitad de camino.

─ Antes Brandon no sabía lo que yo─ le respondo sin más, recordando como le confesé anoche que la venganza del hada Endor esta ocurriendo ahora a causa de que repetimos la historia─ siente culpa al igual que yo, y quiere solucionar esto.

─¿Y por que deberían sentir culpa por las acciones de esa malvada hada?─ pregunta Ric.

─ Después de salvar a mis padres se los cuento.

Llegamos a la sala de juntas y lo que menos esperaba al abrir la gran puerta de oro era encontrarme a Baltazar con su vara en alto y al cuerpo desmayado de su hijo frente a él. El mismo terror absoluto que tuve hace unos momentos al ver esa visión me vuelve a dominar por completo.

─ ¡Brandon!─ exclamamos al unísono Ana y yo corriendo hacia el inconsciente ángel dorado.

Apoyo mis rodillas en el suelo junto a él para tomar su torso y colocarlo sobre mis muslos, lo examino de cerca y compruebo que solo está noqueado, pero el terror que me recorre entera se intensifica aún más al percatarme que no percibo la energía que siempre emana su presencia. Frunzo el ceño incomprendida cuando veo como Anastasia abre con sus dedos medio y índice uno de los párpados de Brandon con suma delicadeza y lo estudia de cerca, mis labios se entreabren al ver que el iris de este, que siempre es dorado, ahora es blanco como la nieve y casi indistinguible del resto de la superficie, lo único negro es su pupila.

─ ¿Le... le quitaste sus poderes?─  tartamudea Ana con un hilo de voz.

¿Que?

Por eso no sentía su energía característica desde un principio, este malvado hechicero le quitó los poderes a su propio hijo. Brandon estaba muy equivocado cuando me dijo que su padre es de fiar antes de venir a MerlinLand. Mi cuerpo comienza a destellar luz azul a causa de las energías que comienzan a fluirme por la ira que me esta consumiendo a causa de los actos de Baltazar Wyllt.

─ Ninguno irá ante Aurora sin nuestro ejército, es peligroso para ambos y no lo permitiré─  dice antes de realizar dibujos de runas con su vara en dirección a ambas.

─  ¡No lo harás!─ le ordeno empleando mi don para que su vara vuele de sus manos por los aires, las runas que el hombre había comenzado a dibujar se esfuman– devuélvele sus poderes en este instante sino mi nuevo amigo se ocupará de calcinarte sin problemas, hechicero.

El hombre frunce el ceño pero aún así asiente y se dirige a su vara para tomarla y apuntar con ella a su hijo dibujando nuevas runas. Ana a mi lado está en completo shock, Ric se coloca junto a ella para acariciar su brazo y preguntarle si está bien.

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