8. La fuente de poder

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Pasamos por casa pero solo para dejar a Dobby y irnos. Mamá me guía a través de los altos arboles del enorme bosque que se extiende detrás de nuestra casa, caminamos por lo que parece ser una media hora y en ningún momento menciono a donde vamos, ni respondió las preguntas que le hice. Nada. Un tornado de dudas atormenta mi mente...

¿Hadas y brujas siempre existieron sin que yo me percatara de ello? ¿Por que esa hada intentó matarme por el libro que me dio mamá? ¿Por que el ángel dorado mencionó, al igual que mamá, que debía proteger a este libro? ¿Como hice para hacerle aquello a ese ser sobrenatural? ¿Como fue posible que no pudiera apuñalarme cuando intento hacerlo? ¿Papá sabe lo que en verdad es mamá y lo que soy yo?

─ Basta, tendrás todas las respuestas a su debido tiempo─ murmura mi madre, pero no la veo mover sus labios... carajo esta en mi mente otra vez.

─ ¿Como es que puedes hacer...?─ comienzo a decir pero me hace un gesto para que me calle.

¿Nadie puede oírnos?

Un kilometro después, al fin veo que mamá se detiene y frente a un pequeño lago rodeado por más arboles. Volteo hacia ella y veo como cierra los ojos y murmura:

─ Imponente fuente de poder revela tus secretos y abre las puertas de la magia de todas las brujas descendientes de la primera en la historia.

Dos segundos después de que termine de hablar percibo como el agua del lago comienza a moverse, específicamente en el centro. Intento mantenerme de pie cuando los temblores se extienden a la tierra bajo nuestros pies, entonces un brillo azul empieza a emerger del lago. Más, más y más hasta dejar al descubierto un enorme árbol repleto de hojas de un brillo azul intenso en gran volumen, en su tronco se extienden hilos con el mismo destello, hilos que ya he visto cuando pensé que alucinaba, que lo envuelven como miles de espirales hasta llegar a su raíz. Cuando mamá vuelve a hablar en voz alta me percato de que mi mandíbula casi llega al suelo por la sorpresa de la hermosa imagen que se extiende frente a mis ojos. Parece un sueño, pero es real. Como todo últimamente.

─ ¿Entendiste lo que dije, no?

─ ¿A que te refieres?

─ Las palabras que dije antes de que el árbol emergiera, es nuestro idioma para realizar hechizos, si no eres bruja solo sonará como... el ruso.

Rio a carcajadas pero asiento.

─ Espera... si supuestamente soy una bruja, ¿por que antes no te comprendía y creía que era ruso lo que hablabas ?

─ Por que antes no tenias veintidós años de edad. La bruja Endor, nuestra ancestra, tuvo su primera experiencia con magia a tu edad, al igual que tú, yo, tu abuela, tu tátara abuela, tu tátara tátara...

─ Ok, ok, ya comprendo la idea, ¿y que es este irreal árbol?

Mamá guarda silencio, solo se limita a sonreír por segunda vez en el día. Creo que tuvo el duro trabajo de criarme de niña para llegar a este momento. Todo lo que he hecho me ha traído hasta aquí, de pie junto a ella.

─ Antes que nada, ¿de que color lo ves?

─ Azul─ susurro a la vez que contemplo el imponente árbol con fascinación.

─ Claro, el color de tus ojos. Yo lo veo marrón, el color de los míos. Pues verás toda magia que provenga de nosotras existe gracias a este árbol hija, tiene almacenado todo nuestro poder. Si cae en las manos equivocadas y intentan destruirlo, no más poderes a nuestro alcance. Si llevas a tus poderes al límite el árbol irá perdiendo su potencia hasta que no te permita hacer más magia, es lo justo para no abusar de nuestra bendición y hacer enfurecer a la primera Endor, su espíritu habita aquí.

— ¿Espíritu?— pregunto aterrada.

Ok esto es escalofriante y a la misma medida asombroso. Es justo que hayan reglas para emplear la magia, tal y como la naturaleza tiene también sus reglas. En resumen: no abuses de tu don si no quieres perderlo.

– Si, en mi caso lleve muchas veces al límite a mi magia, por eso veo el árbol cada vez menos luminoso, para mi desgracia ya no puedo realizar hechizos avanzados. Pero fue por una buena causa...

— ¿Que causa?

— Debemos irnos, antes de que alguien nos vea.

Paso la noche en casa de mis padres. Mamá no vuelve a tocar el tema de las brujas, la magia o el árbol con la fuente de poder. Quizá sea por la presencia de papá, para mantener el secreto. Pero no hay nadie más confiable en esta vida que mi progenitor. Tomo una taza de té antes de dirigirme al sofá, donde aún sigue colocado el tan peligroso libro. Me siento junto a este y lo miro de reojo, ¿este libro vale una muerte? Lo tomo y lo abro en una página al azar, primero se mantiene como un tomo común y corriente, hasta que parpadeo y regresa ese deslumbrante brillo dorado en las extrañas palabras del mismo, tal y como la primera vez que lo abrí y creí que estaba loca. Ahora me parece lo más común del mundo.

–Hechizo para provocar una tormenta– leo en voz alta, miro a mi alrededor para asegurarme que no hay nadie cerca y pronuncio las palabras que hay debajo del título– convoco a la naturaleza, a la humedad, a los rayos y relámpagos, a los vientos y a las nubes negras para manejarlas a mi placer... y provocar una tormenta.

Un fuerte estruendo provoca el temblor de todos los cristales de la casa, y un agua incesante comienza a caer en increíbles cantidades. ¿Yo hice eso? Sonrio.

— Deja de jugar niña...– oigo la voz de mi madre, que por su tono se que solo está en mi cabeza hablándome y no detrás de mi. Como si eso fuera de lo más normal para ella...

¿Por que esa hada querría este libro? ¿Que las hadas no tienen su propia magia? Me quedo leyendo un buen rato más, tentada a hacer muchos hechizos, hasta quedarme dormida sin siquiera darme cuenta.

Sin saber cuanto tiempo permanezco inconsciente entre sueños con árboles relucientes y ojos negros con violeta, siento un sonido junto a mi oído... como si de un silbido excéntrico se tratara. Abro los ojos y veo una luz plateada proveniente de una especie de hilo, un hilo flotante que conduce al patio trasero de la casa. Pienso en la posibilidad de haberlo provocado yo misma a causa de haber usado algunos hechizos del tomo que mamá me ha dado, así que decido dejar el libro oculto debajo del sofá y ponerme de pie y seguirlo para ver que tan poderoso es. Camino con la guardia en alto hacia la puerta que guía al jardín, el hilo mágico la atraviesa para seguir al exterior. Enciendo el único farol del espacio y abro la puerta, para mi suerte el camino del hilo termina justo en medio del jardín así que me aproximo y alargo mi mano derecha para intentar tocar su extremo, que brilla con más intensidad que en toda su extensión, pero cuando casi rozo el mismo con las yemas de mis dedos una mano me toma la muñeca con fuerza para detener mi movimiento. Mi corazón se detiene a causa del susto y de pensar lo peor: que de otra hada asesina se tratase.

Pero el brillo dorado de dos ojos masculinos e imposibles se deslumbra junto a mi, y sobre todo mi rostro. Brandon.

— ¿Quieres morir? Aléjate de eso— susurra bajando mi mano junto a mi cadera con lentitud, y matándome con su penetrante mirada de ceño fruncido.

— ¿Que es esto?— consigo susurrar antes de que haga un gesto con su dedo índice sobre sus labios.

Comienza a caminar alrededor del extremo que casi logro tocar y comienza a silbar, un silbido parecido al de un ave pero más suave, casi imposible de oír. Y antes de que pueda percatarme de nada, Brandon me empuja con fuerza por el hombro para evitar que un ave del tamaño de un águila con unas largas plumas en su cola y enormes alas intente precipitarse sobre mi. La sorpresa no me permite reaccionar de que acaba de intentar clavarme sus garras, la criatura es plateada y su rostro y pecho son como el de un pavo real, al parecer es letal.

— ¡Corre bruja!— grita el ángel dorado antes de sacar una vara de madera de debajo de su chaqueta y apuntar con ella al ave.

Sangre sobrenatural Donde viven las historias. Descúbrelo ahora