Jenesis, como su nombre lo indica, fue el comienzo de algo, de todo. Una vez que probé su dulce esencia, supe que no habría marcha atrás. La obsesión se apoderó de mí con una fuerza implacable.
Ella sería mía.
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Año 2002. Cuatro años después de la batalla de Hogwarts.
Camino agotada hacia mi casa, mi cuello duele mucho, después de una larga jornada de trabajo en las oficinas del Profeta por fin puedo ir a casa a descansar al menos unas cuantas horas, antes de volver de nuevo.
Ya es bastante tarde, no hay gente las calles estan solas, lo único que ilumina mi camino son las farolas, ajuto mi abrigo cuando escucho pisadas detrás de mí, mi corazón se acelera, mi varita esta aun costado de mi cadera, bien, debo mantener la calma nada malo pasara.
Camino un poco más rápido y las pasos parecen aceleraste también. Oh por Merlín, esto no es bueno.
Termino corriendo y aunque no quiero que me invada el miedo es imposible, pero quien sea que me este persiguiendo me atrapa, y me presiona contra la pared.
Cuando lo miro suelto un fuerte grito pero él ahoga mi grito con la palma de su mano, un tipo con la mascara de los antiguos seguidores de Lord Voldemort esta frente a mí, acorranlandome, presionando su cuerpo grande con el mío más pequeño.
Su gran altura es la que más me intimida, puedo escuchar su respiración qué hace eco contra la máscara. Mi rostro es de puro horror, mierda.
¿Voldemort volvió? Joder, que sea solo una estúpida broma no se si seré capaz de sobrevivir a otra guerra.
—¿Quien eres?–pregunto en un susurro, es una pregunta estupida pero no puedo evitarlo.
Él inclina la cabeza hacia un lado al escucharme, aunque no puedo ver sus ojos, puedo sentir su penetrante mirada. Él acaricia mi mejilla, su toque es frío, no hay nada de calidez en el gesto.
Se acerca, puedo sentir su cálido aliento filtrarse hasta rozar con mi oreja, mi piel se eriza y un escalofrío me recorre. No, no es desagradable y es lo que más me tiene desconcertada, no es la primera vez que me siento así.
Joder, claro que no.
Suelta un jadeo cuando su mano se deliza dentro de mi abrigo por mi costado derecho, contengo el aliento, su mano sube hasta llegar a mi seno, su pulgar roza con mi pezón sobre mi blusa.
Quiero decir algo pero no puedo hacerlo las palabras se atascan, lo empujo por el pecho pero el no se mueve ni un centímetro, pero retira su mano.
Saca su varita, y alejándose un paso me apunta con ella, se que debería sacar mi varita y hacer un contra hechizo, se que debo defenderme pero... estoy paralizada no, no por miedo, por algo más.
—Desmaius.–murmura, bajo la máscara
Esa voz...
Esa voz me es conocida, es mi último pensamiento antes de quedar inconsciente.
...
Despierto de golpe, miró a mi al rededor y suelto un suspiro de alivio al reconocer las acogedoras paredes de mi habitación, estoy en casa.
