Salió de los vestuarios con paso firme, como si nada hubiese ocurrido, pero había ocurrido y el rumor se extendió como la pólvora por todo el instituto. Ya no había un alma que no supiese lo ocurrido hacia apenas una hora pero ella decidió ignorarlos y lanzarles una mirada fulminante a cualquiera que pensase que aquello había conseguido que se ablandase. Su expresión fue imperturbable durante todo el camino hacia la secretaría hasta que pasó frente a su taquilla. Una leve mueca apareció en su rostro sin poder evitarlo y se pegó a la pared contraria todo lo que pudo, lo último que quería era acercarse a aquel lugar.
El suelo se encontraba ligeramente resbaladizo siendo indicado con un pequeño cartel amarillo para que nadie sufriese un accidente. La taquilla estaba aun abierta y su interior estaba completamente blanco debido a que Max lo había rociado a conciencia con el extintor. Sus libros estaban destrozados tanto como las fotos y apuntes que guardaba en su interior, todo el curso a la mierda a excepción de lo poco que se había salvado y que se encontraba dentro de su mochila.
En ese momento se dio cuenta de que la mochila no estaba donde había sido tirada cuando retrocedió asustada y se preguntó que habría sido de ella, solo esperaba poder recuperarla, los apuntes más importantes se encontraban allí y de verdad los necesitaba. Gruñó y siguió su camino hasta llegar a la puerta de secretaría la cual abrió con fuerza haciendo que la pequeña señora sentada tras la mesa de escritorio diese un pequeño salto asustada.
Caminó con firmeza hasta colocarse frente a ella haciendo que se encogiese aun más en su asiento.
- ¿Qué desea Srta. Mernes? - dijo en tono apenas audible.
Su reputación había cruzado la frontera de los alumnos y todo el instituto la conocía, incluidos los que trabajaban en él, no solo por el hecho de que nadie se atrevía a contradecir a la protegida de Sylvester, sino que sabían que Emilia podría llegar a ser aun mas cruel que la entrenadora.
- Una nueva taquilla - espetó con las manos en la cadera.
- Oh... -desvió la mirada mordiéndose el labio - ¿Así que fue a usted a la que le ocurrió el accidente con las arañas? - preguntó sin atreverse a mirarla a la cara.
- No he venido aquí a hablar con usted, quiero mi taquilla - dijo con firmeza.
La señora se removió inquieta en su asiento mientras comenzaba a trastear con el ordenador.
- Solo hay una libre pero... - comenzó a decir pero se detuvo unos segundos mordiéndose el labio haciendo exasperar a Emilia - se encuentra en la parte baja, al final del último pasillo - murmuró.
Emilia la miró alzando una ceja.
- ¿Esa parte siquiera está abierta a los alumnos? - preguntó con ironía.
- S.. si, solo está un poco abandonada, nada mas - le explicó con la voz entrecortada.
- Está bien - dijo soltando un suspiro cansado.
La secretaria garabateó unos números en un trozo de papel y se lo tendió a la castaña con la mano algo temblorosa.
- Este es el número de la taquilla y el código del candado - le explicó.
Emilia agarró el papel con firmeza apretándolo con el puño y abandonó aquel lugar sin decir nada más. Cerró la puerta con fuerza y cogió aire lentamente intentando tranquilizarse y que la tensión que sentía después de lo ocurrido se desvaneciese por lo menos un poco.
- Hey... - oyó de repente a su lado haciendo que pegase un pequeño salto asustada.
Miró rápidamente encontrándose a Max mirándola algo incomodo mientras se mordía el labio.
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𝕆𝕔𝕙𝕠
Rastgele𝑇𝑜𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑧𝑜́ 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑙𝑎 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛 ¿𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑧 𝑑𝑒 𝑑𝑒𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟𝑙𝑜? 𝔸𝕕𝕧𝕖𝕣𝕥𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒𝕤: Cᴀᴛᴇɢᴏʀɪ́ᴀ M ᴘᴏʀ ʟᴀs ᴇsᴄᴇɴᴀs ᴅᴇ ғᴜᴇʀᴛᴇ ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ ᴛᴀɴᴛᴏ sᴇxᴜᴀʟ ᴄᴏ...