CAPITULO 3

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SEOKJIN

Jin lo había jodido todo.

No se va por ahí besando a la gente sin su consentimiento, se reprendió, golpeando con el pie la pared exterior de ladrillo del bar. Un puto gran no-no.

El callejón estaba desierto. Vacío. Un hecho que era completamente culpa de Jin.

Sin embargo, le seguía costando quitar la sonrisa de la cara.

Intentó fruncir el ceño. Nada de sonrisas. Muy mal. Has hecho algo malo. Chico travieso. Lo has asustado.

Pero en realidad, ¿cómo podía no sonreír? Por fin lo había conocido. En carne y hueso. En el puto mundo real. El hombre literal de sus sueños. O, ya sabes, el monstruo de sus sueños, para ser precisos.

Y ohhh, el tipo de los sueños era tan delicioso como Jin lo había visto en las visiones. Alto, corpulento, intenso. Olía a pecado absoluto. Con ese encantador toque de color sal y pimienta en las sienes de su abundante pelo oscuro.

Hola, Papi Monstruo.

Claro que estaba un poco desmejorado. Definitivamente más desarreglado de lo que Jin estaba acostumbrado a ver, con el pelo más crecido de lo habitual. Pero todavía se las arregló para lucir como si perteneciera a algún anuncio italiano de Campari o lo que sea. ¿Y la forma en que se detuvo en seco y se quedó mirando a Jin como si fuera el jodido Santo Grial o algo así?

Tan sexy.

¿Realmente se podía culpar a Jin por querer besarse con él hasta que saliera el sol? ¿Por chocar sus bocas en cuanto lo tuvo a su alcance? Después de todo, Jin lo había estado esperando toda su vida adulta. Que, bueno, solo eran cinco años, pero eso era como casi una cuarta parte de su existencia.

Pero después de despegar los labios, el Tipo de los Sueños no había saludado a Jin con ningún tipo de reconocimiento o exuberancia. Se había limitado a mantener esos hermosos músculos tensos con una quietud antinatural, esos ojos negros fijos en Jin con una intensidad inquebrantable, sin siquiera respirar, por lo que Jin podía decir.

Posiblemente porque el Tipo de los Sueños no necesitaba respirar. Jin aún no estaba seguro de cómo funcionaba eso.

Jin había dado un paso atrás, lamentando inmediatamente la distancia. Pero aparentemente estaban empezando de cero, y Jin realmente había necesitado frenar su ritmo antes de asustarlo por completo.

Pero aun así. — ¿Sonríe para mí? —Jin no había podido evitar preguntar. Quería ver esos dientes en carne y hueso, por así decirlo.

Pero los labios del Tipo de los Sueños permanecían firmemente cerrados, esa expresión severa y atónita congelada en su hermoso rostro.

—Hmm —Jin había fruncido los labios pensativo, golpeando inquietamente los dedos contra sus jeans, deseando no haber tirado aquel cigarrillo. Le habría venido bien algo para relajarse. Era el momento que había estado esperando desde que era adolescente, la primera vez que había tenido la visión, pero sin duda no la última.

—¿Vas a decir algo? —preguntó ladeando la cabeza.

Un leve movimiento de cabeza, aquella mirada intensa seguía centrada en Jin. Había querido deslumbrarse bajo ella, como si fuera el puto sol.

— ¿Puedo tocarte?

Otra sacudida de cabeza, esta vez más pronunciado.

Todo era un poco sorprendente porque mierda, Jin no había esperado que el tipo de sus sueños fuera tan jodidamente tímido.

Suspiró, balanceándose sobre sus talones, metiendo sus manos en sus bolsillos para detener el nervioso golpeteo de sus dedos. —Así que ni hablar ni tocar. De acuerdo. Está claro que necesitas tiempo para procesarlo o lo que sea. Pero volveré mañana por la noche. Espero verte aquí. No la cagues.

Mi Flor del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora