CAPITULO 4

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SEOKJIN

Jungkook tomó sorbos de su whisky puro cuidadosamente. Nada mal para un bar de mala muerte. Tomó un trago más generoso y analizó el horroroso arte decorando las oscuras paredes pintadas.

¿Era eso un retrato de un caballo en un tutú? Cristo señor.

Ignoró fácilmente las miradas dirigidas hacia él por los otros clientes. Había escogido un rincón suavemente iluminado a propósito, pero las miradas siguieron viniendo. No estaba sorprendido. La mitad de ellas eran de personas que querían follarlo, una apreciación poco modesta pero precisa, en su experiencia, y la otra mitad eran probablemente de personas que creían que lucía como un completo patán usando lentes de sol dentro de un establecimiento después de caer la noche.

Definitivamente lucía como un patán. Pero a su vez tampoco se las iba a quitar pronto. Después de todo, no quería asustar a su pequeña flor del desierto antes de que el joven tuviera siquiera la oportunidad de sentarse.

Si es que su flor del desierto siquiera se presentaba. Jungkook tenía grandes esperanzas de que lo hiciera para no tener que cazar al humano como un terrorífico acosador. Estaba determinado a hacer una mejor impresión esta vez.

Podía admitir que no había estado en su mejor porte la noche anterior. Algunos podrían incluso decir que se había congelado totalmente después del beso por parte del extraño. Sin poder moverse, sin poder hablar, a penas capaz de escuchar las palabras del joven muchacho sobre los gruñidos del monstruo en su propia mente.

Nuestro compañero. Es nuestro compañero. Lo encontramos. Lo tomaremos. Lo convertiremos. Todo nuestro.

Señor de los cielos, había sido ensordecedor, ese rugido, empezando por el momento en que el joven de pelo verde se le había acercado lo suficiente para poder olerlo, y no terminado hasta mucho después de que Jungkook había puesto varias manzanas entre ellos.

Todo el día había sido una batalla, la docilidad del monstruo al final de la noche anterior aparentemente solo temporal. Había decidido en la mañana que quería encontrar a su flor inmediatamente. Cazarlo. Hacer su reclamo. Quería que lo tomara como suyo. Y había requerido de cada pedazo de auto-control en Jungkook luchar contra ese impulso.

Se merecía una jodida medalla de oro por ese control.

Había seguido resistiéndose al impulso del monstruo. Lo vamos a asustar. Es joven y humano. Nos odiará. Necesita asimilarlo. Necesita ser... cortejado. Y podríamos estar equivocados. Hemos estado equivocados antes.

El monstruo había resoplado ante lo último, con buena razón. Nunca había confundido a Victoria con su alma gemela. Había sido... ambivalente, por no decir otra cosa. Le había gustado su olor y su sabor, pero nunca había clamado por ella. Nunca había sentido hambre por ella. Jungkook había pensado que eso cambiaría cuando ella se convirtiera, cuando se convirtiera en vampiro y solidificara el vínculo.

Pero luego, ella nunca lo hizo.

Ella había escogido la muerte por encima de una vida eterna con él. Había revelado finalmente el miedo que ella siempre había tenido hacia él y su especie. De convertirse en algo como él.

Jungkook se tragó el resto del whiskey de un solo golpe, deseando que fuera más fácil para su cuerpo no natural sentir los efectos. Pero para eso habría necesitado que el bartender le dejara la botella en la mesa. No una buena impresión para una primera... ¿cita? ¿Encuentro programado con un extraño misterioso?

Jungkook no se quedaría congelado esta vez. Y tampoco asustaría al joven hombre. Sería... encantador. Sería paciente. Aprendería todo lo que pudiera descubrir de su pequeña flor del desierto.

Mi Flor del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora