CAPITULO 8

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SEOKJIN

Jin estaba de pie con la espalda apoyada en la pared del salón, con los brazos cruzados, observando a Jungkook "preparar la escena", como lo había llamado su vampiro. Jin se mantenía todo lo quieto que podía, pero no podía evitar juguetear con su palillo nuevo, pasándolo de un extremo a otro de la boca.

Estaba tan jodidamente emocionado. Tenía el pulso acelerado y la adrenalina a flor de piel. Deseaba tanto a este vampiro. Y sintió como si realmente estuvieran avanzando. Como si Jungkook hubiera cruzado una línea invisible.

Jungkook ya había arreglado la sala de Jin y ahora estaba cubriendo el sofá y las sillas con mantas, colocando una bufanda roja de Monique que había encontrado sobre una de las lámparas para bañar la habitación con un tenue resplandor rosado. Le preguntó a Jin si tenía vino, arrugando la nariz como un patán pretencioso ante la botella de menos de diez dólares que Jin le tendió, pero al final les sirvió una copa a los dos.

Lo único que faltaba era un tocadiscos que pusiera jazz suave.

—¿No hay música? —se burló Jin cuando Jungkook por fin pareció ralentizar su reorganización.

—No a la música. Demasiada distracción —Jungkook observó sus cambios, asintió una vez con decisión y luego fijó la vista en Jin.

Mierda. Qué intenso, cuando toda esa energía animal se concentraba en un solo lugar. Cuando ese único lugar era Jin.

Había pedido la seducción como una broma más que nada, una forma de acortar distancias entre ellos y por fin ponerle las manos encima como era debido. Pero empezaba a pensar que no estaba preparado para lo que le esperaba. Las experiencias sexuales anteriores de Jin habían sido tanteos inexpertos y sin compromiso con otros tipos de su edad, no criaturas inmortales con más de dos siglos de encuentros seductores a sus espaldas.

—Ahora... —Jungkook se adelantó, sujetando a Jin contra la pared con dos brazos anchos. Se agachó y arrancó el palillo de la boca de Jin—. Sabes que no voy a follarte esta noche, ¿verdad?

Pues no. Jin no lo sabía en absoluto. Tremendo bajón. Se recostó contra la pared, decepcionado. —¿Y por qué no?

—Porque, flor bonita —canturreó Jungkook, rozando el dorso de sus dedos contra la mejilla de Jin—. Cuando te folle, será un reclamo. Aún no estás preparado para eso.

—¿No lo estoy? —preguntó Jin petulantemente.

—Quizá no lo esté yo —enmendó Jungkook, pasando el pulgar por el labio inferior de Jin.

Ohh. Jin estaba recibiendo sinceridad del vampiro ahora. Qué sensación tan embriagadora. Hizo todo lo posible por ignorar la oleada de decepción que le produjo que el semental que tenía delante no lo llenara esta noche. Se estaba dando cuenta de que tal vez la duda de Jungkook no se debía tanto a que Jungkook no estuviera seguro de Jin como a que Jungkook no estuviera seguro de sí mismo.

Jin podría trabajar con eso. —Nunca nadie me había llamado bonito.

—Oh, pero lo eres —ronroneó Jungkook—. Todos los demás debían de estar distraídos con tus pétalos punk. Hay una cara tan bonita escondida debajo.

—No me estoy escondiendo —protestó Jin. Y no lo hacía. El pelo verde, la ropa punk. No eran un disfraz, ni una forma de esconderse del mundo. Era lo que le gustaba, así de simple. La forma que había elegido para decorarse.

Jungkook frotó un mechón de pelo verde de Jin entre dos dedos. —No, no estás haciendo eso, ¿verdad? Aun así, evita que los indignos se den cuenta de lo hermoso que eres, creo.

Jin tragó saliva. —¿Ya empezó la seducción?

—No, esto es sólo... la verdad. Ven —Jungkook jaló a Jin hacia delante, llevándolo al sofá, Jungkook acomodándose cerca junto a él. Muy cerca. La piel de Jin se erizó por su cercanía. Intentó ser sutil al respirar el aroma de Jungkook, pero a juzgar por la sonrisa de Jungkook, no lo consiguió del todo.

Mi Flor del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora