JUNGKOOK
Jungkook había huido. De un humano. Un simple niño. Como un total y completo cobarde.
Su monstruo estaba furioso, enfurecido con él por haber abandonado el callejón. Pero por primera vez en mucho tiempo, a Jungkook le resultaba fácil mantener el control sobre sí mismo. No se regresó.
Le habríamos hecho daño, argumentó, tratando de apaciguar a la bestia que llevaba dentro.
No dudaba de la veracidad de sus palabras. En el momento en que sus labios se habían rozado, los suyos y los de aquel hombre, aquel desconocido, un tsunami de necesidad se había abatido sobre él. Jungkook había querido... más.
Había querido morder al extraño joven. Hundir los dientes en aquel cuello esbelto. Follárselo contra la pared. Reclamar su alma.
Podríamos haberlo hecho, susurró su monstruo, una nueva táctica frente a los rugidos de ira que Jungkook había estado ignorando. Podrías volver ahora mismo. Probarlo de nuevo. Convertirlo. Un nuevo juguete para nosotros. Un compañero.
—Si no cierras el pico, nos conduciré afuera de esta ciudad dejada de la mano de Dios —gruñó Jungkook.
Una mujer que pasaba por allí lo miró sorprendida, hablarle en voz alta a su monstruo era ridículo, pero Jungkook no le hizo caso. Necesitaba silencio en su cabeza. Necesitaba pensar.
Su monstruo tenía otras ideas. ¿No es esto lo que has estado buscando? Tu flor en el desierto. Tu compañero. Pareja. Compañero. Alma Gemela.
Cristo Todopoderoso, la bestia estaba cantando. Jungkook iba a perder la cabeza.
Su monstruo no estaba equivocado. Había estado buscando. Durante décadas. Había estado a la caza de esa alma predestinada que lo uniera a su humanidad. Desde que supo que existían los compañeros, que el descenso a un estado salvaje podía evitarse mediante un vínculo con otra persona, Jungkook había estado desesperado por ello.
Una forma de vivir para siempre. Una forma de evitar la condena eterna.
Una forma de no volver a estar solo nuevamente.
Pero no había tenido en cuenta el poder de aquel primer encuentro. Toda esa búsqueda, y en el momento del encuentro, había estado... aterrorizado. ¿Quién es el corderito asustado ahora?
Jungkook era un ser al límite, que apenas controlaba sus facultades. ¿Cómo podía esperar aceptar a un compañero sin aplastarlo en sus garras demasiado codiciosas? ¿Se dejaría domar el monstruo?
No había más remedio que preguntárselo a la propia bestia.
¿Y tú lo permitirías? Le preguntó a su monstruo, manteniendo esta vez las palabras en su propia cabeza. ¿Un compañero? ¿Ser encadenado por un humano?
El monstruo que llevaba dentro guardó silencio durante mucho tiempo. Lo quiero, respondió finalmente. Casi parecía una súplica.
Bueno, ¿qué carajo se suponía que tenía que hacer Jungkook con eso?
Jungkook no siempre había tenido conversaciones completas con su monstruo, como un puto lunático. Solía ser una serie de impulsos, hacía mucho tiempo, y luego había crecido gradualmente hasta convertirse en simples órdenes.
Aliméntate. Folla. Caza. Mata.
Pero como había perdido su cordura, cediendo cada vez más a la ira y la codicia y el ansia de sangre, el monstruo dentro de él se había vuelto más... vocal. Persuasivo. Una serpiente en la hierba proverbial. Jungkook no sabía si él y la bestia se estaban fundiendo o si se estaban diferenciando. Era difícil saberlo cuando a menudo querían lo mismo.
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Mi Flor del Desierto
AléatoireTercer libro de la serie de vampiros. Corresponde a la historia de de Lucien. Adaptación hecha al Kookjin