JUNGKOOK
El sonido del vidrio partirse fue increíblemente satisfactorio. Así como la sangre que bajaba del puño de Jungkook, incluso aunque los cortes se curaran antes de que se acabara la hora. Tendría que buscar una manera convincente de evitar pagar los desperfectos del espejo, pero eso podía esperar hasta que se marchara del hotel.
Jungkook miró fijamente su reflejo mellado y roto, mostrando los dientes ante su propia imagen.
Cobarde. Cobarde sin carácter ni valor.
Había huido del humano. Nuevamente. Se había dejado intimidar por la perspectiva de... ¿conocer a los padres? Huyó a la primera mención de domesticidad fácil. Jungkook no había estado cerca de los padres de nadie en... bueno, en todo su tiempo como vampiro. No era su costumbre conocer a las familias de sus comidas antes de morderlas.
Pero Jin había querido que Jungkook conociera a su familia. ¿Para qué? ¿Tomar el té de la tarde, charlar sobre los equipos deportivos locales o el tiempo?
Estás en América, idiota. Nadie toma el té de la tarde.
Era incomprensible para él. Jin quería a Jungkook... enredado... en su vida. Quería que viera sus lugares favoritos, que conociera a su gente favorita. Quería a Jungkook por alguna razón. Todo él, al parecer
.Monstruo residente. Psicópata vengativo. Asesino destructivo.
Nadie quería todo eso en su vida, ¿verdad?
Regresa. Regresa. Regresa. Jin. Queremos a Jin.
Los cánticos del monstruo eran una letanía implacable en su mente.
Ahora hablaba, mierda. Alrededor de su humano había estado callado como un puto ratón, como hipnotizado por él. Como si el joven fuera una especie de maldito encantador de serpientes. Y tal vez lo era. Quizá, junto con la Vista, tenía poderes secretos de persuasión. Porque ninguna de las acciones de Jungkook tenía sentido cuando se trataba de este humano.
Jungkook había pensado que, cuando Jin supiera lo que era...incluso lo aceptara, convertiría al joven de inmediato. ¿Y por qué no iba a hacerlo? Tenía a su compañero. Lo que había estado buscando todas estas décadas, allí mismo, a su alcance.
Entonces, ¿por qué no podía simplemente tomarlo? Tomarlo a él.
Pero Jin era tan... vibrante. Tan vivo. La forma en que cautivaba a la gente a su alrededor, sonriéndole a todo el mundo con esa puta sonrisa preciosa, riendo con todo su maldito cuerpo. Y tenía una familia, aparentemente. Una que amaba y en la que confiaba lo suficiente como para compartir su vida. Para compartir a Jungkook.
¿Podría Jungkook quitarle eso? ¿Qué tan monstruoso podía realmente ser? ¿Qué tan monstruoso podía ser para su alma gemela? ¿Hasta dónde estaba dispuesto a llegar siendo el villano de la historia?
Al principio, después de la transición, no se podía confiar en los vampiros recién convertidos cerca de los humanos. Eran demasiado sanguinarios, demasiado impulsivos. Demasiados mortales. Jungkook conocía demasiado bien esa verdad. Convertir a Jin sería apartarlo de todo lo que conocía y amaba.
Jungkook miró alrededor de la habitación en busca de algo más que romper. Pensó en la ventana, en la endeble sillita del escritorio del hotel. Pero al final se quedó dónde estaba, con los hombros caídos por la resignación.
Durante mucho tiempo, la ira lo había devorado. La venganza. Por la envidia. Se sentía cómodo con cada una de esas emociones amargas. Pero ahora lo consumía el deseo. Quería tocar a Jin. Quería volver a pasar los dedos por aquel desordenado pelo verde. Quería hundir su polla en aquella boca sonrosada. Quería follárselo hasta que pidiera clemencia.
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Mi Flor del Desierto
De TodoTercer libro de la serie de vampiros. Corresponde a la historia de de Lucien. Adaptación hecha al Kookjin