EPILOGO 1

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JUNGKOOK

Jungkook caminó por el sendero con el aire tranquilo de la noche a su alrededor. Más temprano ese día, el gran parque había estado relativamente lleno de actividad, parejas y familias paseando bajo el sol, disfrutando de la vegetación y del lago interior.

Pero ahora, bien pasada la medianoche, el Parque San Martín estaba más o menos desierto.

Excepto, así era, por la presa de Jungkook.

El hombre de mediana edad al que estaba siguiendo, no tenía idea del monstruo a su cola. Él pensaba que era el depredador de esta ciudad. Acechando a mujeres, lastimándolas. El monstruo de Jungkook lo había olfateado casi desde el momento en que habían llegado, ayudado por el nuevo control que tenía Jin sobre sus visiones.

Jungkook esperó hasta que estuvieron en el parque antes de dar el salto. El tipo repugnante ni siquiera tenía idea de qué fue lo que lo golpeó. Un minuto estaba caminando, y al siguiente, la mano de Jungkook lo sostenía contra un árbol y le aplastaba la garganta.

—Hola, Robert —Lo saludó Jungkook.

—¿Qué? ¿Quién... Quién diablos eres?

Jungkook bufó. —Bueno, mira, ahora me estás tentando a decir algo increíblemente cliché como "Soy tu peor pesadilla". Y eso no sería una mentira, ¿verdad?

—Definitivamente no es una mentira —Jungkook disfrutó inmensamente del pequeño aullido agudo del hombre en cuanto Jin salió de detrás del árbol contra el que estaba sujeto.

Robert miró a Jin con los ojos muy abiertos. —Por favor, por favor, tienes que ayudarme.

Jin sonrió al hombre, ampliamente y feliz. —¿Quién, yo? Oh, hombre. De verdad te estás arrimando al árbol equivocado, amigo. Ya sabemos sobre tus jueguecitos. Hacer de turista en países extranjeros y acabar con las damas locales —Lo sabían porque Jin lo había visto, al hombre al que iban a cazar. Jimin había tenido razón, acerca de que Jin ganó más control sobre las cosas que veía después de su transformación. Se estaba convirtiendo en una herramienta muy útil—. Eres la última persona en el mundo a la que me gustaría ayudar. Solo estoy aquí para ver al maestro haciendo su trabajo.

—No solo para observar —Le corrigió Jungkook y Jin le devolvió esa encantadora sonrisa. Tal como debería. En un mundo ideal, esa sonrisa le pertenecería Jungkook y solo a Jungkook.

Pero Jungkook supuso que su difícil situación en la vida era compartir a su hermosa y brillante pareja con el mundo que los rodeaba.

Había destinos peores, supuso.

El cabello de Jin, recogido en una pequeña media cola, hacía juego con el entorno verde. Seguía amenazando con teñirlo de un color diferente, pero después de sólo unos meses para disfrutarlo, Jungkook no estaba listo para eso. Se sentía... sentimental con ese color. Coincidían durante el día, con los ojos humanos de Jungkook que estaban a la vista frente al público.

—No, no solo observar —Coincidió Jin, cambiando mientras hablaba. El negro se apoderó de sus ojos y esos encantadores colmillos se asomaron de entre sus labios rojos. El monstruo de Jungkook aulló de placer dentro de él. Amaba cuando Jin cambiaba, cuando dejaba suelto a su hermoso monstruo. Jungkook también cambió a su forma monstruosa.

Su presa dio otro grito patético, pero los ojos de Jungkook estaban sobre Jin mientras que desgarraba la garganta del hombre, silenciándolo para siempre. Gruñó de alegría cuando Jin se unió a él, sus ojos fijos en sus respectivos puntos de alimentación.

Hicieron un trabajo rápido con él, y Jungkook empujó el cadáver entre los arbustos en cuanto terminaron.

Jin frunció el ceño. —¿No deberíamos esconder el cuerpo o algo así?

Mi Flor del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora