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Alice miró por encima de las cabezas de los muchos hombres que la rodeaban, buscando al joven Rubio y hermoso ; tenía una expresión pensativa que ella reconoció como la de un enamorado

Aunque Alice sonreía con dulzura a uno de sus compañeros, ni siquiera le estaba escuchando. Su mente estaba absorta en aquella tarde en que Camila le había confesado amar a su esposa. La siguió con la vista: tenía a Lauren de la mano y la guiaba por los intrincados pasos de una danza.

A Alice no le importaba tener a varios jóvenes a sus pies. El hecho es que Camila la rechazara sólo hacía que la deseara más aún. Si Camila hubiera jurado que aún la amaba, tal vez ella habría estudiado alguna de las múltiples propuestas matrimoniales que se le hacían.

Pero Camila la había rechazado y, por lo tanto, ella tenía que conseguirla. Sólo una cosa estorbaba sus planes, y Alice proyectaba quitarla de en medio.

El joven rubio miraba a Lauren como fascinado, sin quitar los ojos de ella. Alice ya lo había notado durante la cena, pero aquella pelinegra era tan estúpida que ni siquiera detectaba la presencia del admirador; no apartaba los ojos de su Camila.

—¿Me disculpan? — Murmuró pudorosa.

Y despidió a los hombres que la rodeaban para caminar hacia el joven apoyado contra la pared.

—Es encantadora, ¿verdad? — Comentó, aunque esas palabras le hacían rechinar los dientes.

—Sí — susurró él. La palabra surgía de su alma misma.

—Es triste ver que una mujer como ella sea tan infeliz. — El hombre se volvió a mirarla.

—Pues no parece infeliz.

—No, porque lo disimula muy bien. Pero su infelicidad existe.

—¿Sois vos Lady Alice Chartworth?

—Sí, ¿y vos?

—Alan Fairfax, mi bella condesa — respondió el joven, inclinándose en un besamanos—, a vuestro servicio.

Alice rió alegremente.

—No soy yo quien necesita de vuestros servicios, sino Lady Lauren. — Alan observó nuevamente a los bailarines.

—Es la mujer más bella que jamás haya visto — susurró.

Los ojos de Alice chispearon como vidrio azul.

—¡No! — Respondió él con el ceño frufruncido

-Soy caballero y he hecho juramento de honor. Ella está casada.

—Sí, lo está, aunque su matrimonio es muy desdichado.

—Pero no parece desdichada — repitió el joven, observando al objeto de sus amores, que miraba a su esposa con mucha calidez.

—La conozco desde hace mucho tiempo. En verdad está angustiada. Apenas ayer lloraba, diciéndome que necesita desesperadamente a alguien a quien amar, a alguien que sea dulce y gentil con ella.

—¿Su esposa no lo es? — Alan estaba preocupado.

—Pocos lo saben — Alice bajó la voz—, pero Camila le pega con frecuencia.

Alan volvió a observar a Lauren.

—No puedo creerlo. — La joven se encogió de hombros.

—No es mi intención echar el chisme a rodar. Ella es amiga mía y me gustaría ayudarla. No pasarán mucho tiempo en la corte. Tenía la esperanza de que mi querida Lauren pudiera disfrutar de algún placer antes de marcharse.

Promesse audacieuse . ( Camila G!P!) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora