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Habían pasado cinco semanas

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Habían pasado cinco semanas. Estaba empezando a preguntarme si volvería a ver a Jes de nuevo. Llamaba tan a menudo como podía y hablábamos hasta las primeras horas de la mañana.

Hablábamos de todo y de cualquier cosa, enterándonos a lo largo de las conversaciones, que teníamos gustos similares en música, pero no en las películas. A Jes le gustaban las películas de acción. Yo prefería las comedias.

Me gustaba reír.

A ambos nos gustaba más mi departamento que el de él, a excepción de su cuarto de baño. La idea de Jes de relajarse era abrazarnos en el sofá viendo películas y comiendo comida para llevar. Mi idea de relajarse era abrazarnos en cualquier lugar, y no comer comida para llevar. Yo todavía quería cocinar para él.
Yo comería comida para llevar si eso significaba estar juntos, estaba dispuesto a soportarla. Cada día lo extrañaba más, especialmente por la noche cuando tenía que irme solo a la cama. No podía llamar a Jes, y eso me volvía loco. Tenía que esperar a que él me llamara. Le habían quitado su teléfono celular cuando llegó. Algo acerca de asegurarse de que no hubiera fugas en el equipo de fuerzas especiales. No me importaba cual era la razón. Yo sólo sabía que me impedía tener contacto con Sal las veces que yo quisiera.

Me porté bien el primer par de semanas. Neo me llamó varias veces para ver como estaba, y luego dejó de hacerlo. Llamé a Mike un par de veces, pero las conversaciones fueron forzadas y difíciles. Cuando dejé de llamarle, estoy seguro que fue un alivio para Mike.

Cuando Jes me llamó para decirme que iba a estar fuera haciendo trabajo de campo y no sabía cuándo iba a ser posible que pudiera llamarme de nuevo, pensé que mi corazón se rompería.

Desde entonces sentía como si caminara en las nubes. Iba a trabajar y luego iba a casa, me sentaba a un lado de mi teléfono, esperando y deseando que Jes me llamara.

Nunca iba a ningún lado sin mi celular.
Precisamente por eso me sentí confundido cuando no pude encontrar mi celular. Palmeé mis bolsillos de nuevo. Cuando no lo encontré allí, busqué en el maletín de mi computadora portátil. No había nada allí solo algunos papeles y mi portátil.
Maldita sea.

Miré por encima del escritorio de nuevo. Ya había apagado mi computadora, archivado el último documento del día, y limpiado mi escritorio. No había nada fuera de lugar.

¿Dónde estaba ese maldito teléfono?
Mi cabeza saltó mientras recordaba la sala de conferencias en la que había estado trabajando temprano hoy en la mañana. Corrí a través de la oficina hacia la sala de conferencias. Las persianas estaban cerradas por lo que la habitación estaba oscura. La puerta se cerró detrás de mí, así que extendí la mano y encendí la luz.
Primero busqué en mi lugar de trabajo. Cuando no encontré nada allí, empecé a buscar en otros lugares. Incluso abrí un par de cajones de los armarios construidos bajo los monitores en la pared.

Todavía nada.

Estaba empezando a pensar que nunca encontraría la maldita cosa.

Espera.

Mio ¹ (JesBible) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora