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Había estado lloviendo más temprano, pero mientras que el cielo se oscurecía, afuera se ponía más helado, la nieve comenzó a caer

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Había estado lloviendo más temprano, pero mientras que el cielo se oscurecía, afuera se ponía más helado, la nieve comenzó a caer. Me quedé parado en las ventanas que dan a mi balcón y observé cómo ésta iba cubriendo la ciudad, convirtiéndolo todo en blanco. Hubiera sido maravilloso si realmente fuera tan pura y perfecta como se veía.

Esta nunca lo era.

Tomé otro sorbo de mi té de manzanilla. Me hubiera gustado tener una gran taza de café, tal vez un moka, pero a altas horas de la noche me estaría subiendo por las paredes si tomaba cualquier cosa que tuviera cafeína. Ya me sentía como si estuviera lleno de tensión más que una bolsa de bandas de goma. Ya me había tomado un largo baño en la tina, me había devorado un sándwich, hasta había intentado tomar una siesta.

Nada funcionó.

Me estaba consumiendo.

Yo sabía que estaba ansioso, pero un poco más mental que físico. No podía detener mis pensamientos. Me sentía sobrecargado y no parecía que iba a disminuir en corto plazo. También parecía que no podía permanecer en un solo asunto, mi mente rebotaba entre lo mucho que extrañaba a Jes a la situación con mi tío y luego a lo enojadísimo que estaba con mi padre.

Suspiré mientras miraba hacia mi taza vacía. Supongo que podría intentar otra vez todo el asunto del sueño. Llevé mi taza a la cocina y la lavé, poniéndola en el escurridor. Me aseguré que la cocina estuviera limpiecita y después me fui a mi recamara.

El timbre del teléfono de la casa me detuvo a medio camino.

Casi no lo levanto, no quería tener que negarle la entrada a mi padre. Había venido tres veces en dos días desde que había salido de la oficina de mi tío. Yo me había negado en cada ocasión. No estaba listo para tratar con él en este momento.

―¿Hola?

―Buenas tardes, señor Harris― dijo Ohm.

―Tengo al Sargento Neo aquí pidiendo acceso a su departamento.

Mi corazón de repente comenzó a golpear más rápido.

―¿Neo?

―Así es señor. El sargento Hugh Neo.

¡Sí!

―Déjalo subir.― Colgué el teléfono y corrí hacia la puerta, abriéndola de par en par. Parecía que tardaba muchísimo el elevador para llegar a mi departamento. En el momento en que las puertas se abrieron, yo estaba caminando de un lado a otro en el pequeño espacio.

―Hey, Bible.

―Neo.― Yo estaba tan feliz de ver al hombre, que brinqué hacia él, dándole un gran abrazo.

―Estoy tan feliz de verte.

―Es bueno verte, también, Bible.
Sonreí cuando di un paso atrás. No conocía muy bien al hombre. Demonios, prácticamente nada. Pero en este momento, él era mi única conexión con Jes.

Mio ¹ (JesBible) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora