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Me dolían los ojos

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Me dolían los ojos. Había estado buscando en las notas de los interrogatorios y los informes de las escenas del crimen por las últimas dos semanas. Había algo allí. Solo que no había sido capaz de conectar los puntos.

Todo el mundo que había sido traído e interrogado sobre el secuestro del alcalde y el ataque en el hospital daban versiones contradictorias de lo que sabían. No había dos historias iguales.

Simplemente no tenía sentido.

Era comprensible que cuando interrogas a los sospechosos den versiones diferentes de lo que pasó, pero estos chicos revelaron todo sobre el secuestro del alcalde y negaron el ataque con gas en el hospital como si ellos lo ignoraran, incluso como si nunca hubiese sucedido.

Yo sabía que había sucedido.

Yo había estado allí.

Ya había sido capaz de utilizar las fotos que envié a Mike para identificar a los principales protagonistas en el asalto a la escuela primaria. Esos que habían estado allí estaban muertos o en prisión. Los que habían planeado el secuestro estaban siendo perseguidos.

Todavía no podía obtener una sola pista del asalto en el hospital, pero estaba empezando a preguntarme si los dos atentados estaban incluso relacionados. Podrían haber sido dos casos separados. Si era así, ¿quién había sido la víctima en el hospital a la que iba dirigido el atentado?

Eso es lo que yo no podía entender.
Comencé a pensar que el hospital había sido atacado debido a que el alcalde estaba allí, excepto que él había estado en otro piso diferente y nunca en verdadero peligro. Las únicas personas que habían estado en cualquier peligro habíamos sido Bible, Neo y yo.

Había intentado llevar mis resultados de la investigación a mi supervisor en el FBI, explicando todo lo que había encontrado y todas mis conclusiones, pero me dijo que estaba equivocado y que continuara buscando.

Por lo tanto, todavía seguía buscando.

―Oye, Jes, tienes una llamada telefónica.
Levanté la mirada, apartándola del informe de campo que estaba terminando.

―¿Qué?― Dije en voz alta.

―Llamada telefónica, amigo.

Asentí a Singto y alcancé el teléfono en el escritorio que me había sido asignado durante el transcurso de mi asignación en el centro de operaciones del FBI.

―¿Hola?

―¿Es usted el Teniente Jes Delvecchio?

Mi primera respuesta fue responder que sí, y entonces recordé que sólo un limitado número de personas sabía dónde estaba.

―¿Quién llama?

―Su jefe― fue la respuesta cortante. ―Comandante de Policía Brandon Harris.
Me senté más erguido, no es que el hombre lo viera.

Mio ¹ (JesBible) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora