—¡Abajo todos! —grita.
Las pocas personas que se encontraban a esa hora de la mañana se tienden sobre el suelo, sin reclamar.
Una mujer grita y uno de ellos coloca el arma sobre la cabeza de ella.
—Deja de gritar o haré que una bala te perfore el cráneo —le advirtió.
—Dame el dinero. —uno de los tres, se encontraba dialogando con otra cajera del lugar— ¡Que me lo des! —grita.
La cajera se asusta y tira todo el dinero hacia la bolsa del tipo. El dinero cae, el tipo enmascarado sigue avanzando hasta llegar a la caja de Sara.
—Ayúdame —le susurra ella.
—Ayúdame tú. —responde.
De un momento a otro, ella no entiende nada.
Está confundida y lo hace notar.
Vuelve a mirarla y lo sabe, ha reconocido mis ojos y sabe perfectamente lo que voy a decirle.
Alex me alcanza un revólver.
Sara esta apunto de ponerse a llorar.
—Lo siento mucho. —se coloca una máscara también. Solo ella sabe quién es.
Le apunta a la cabeza, mientras Alex se encarga de desvalijar cada espacio de las cajas fuertes.
Pero aún falta la mayor.
La que está justo detrás de las cajas menores.
—Dime la clave.
—Yo no lo sé, lo juro. —dice con dificultad.
No miente.
Su voz está temblando y sus ojos están a punto de llorar.
¡Es ella quién debería saber las combinaciones, nada debería estar fallando!
La tiró contra el suelo y volvió a apuntarla sin temor alguno.
—¿Quién sabe las combinaciones? —pregunta gritando. Ella se asusta aún más. niega con la cabeza mientras sus lágrimas empiezan a caer descontroladamente. ¡Dime! —grita una vez más.
—Yo.
Una voz detrás hace que voltee en el acto sin dejar de apuntarle. Es una mujer, está tendida sobre el suelo con las manos amarradas sobre la espalda.
Levanta la mirada, ella no puede verla. Pero la enmascarada sí.
Es diferente.
Me fijo en sus ojos, en su boca.
En su piel, traga saliva.
Ella no está en los planes, no la había estudiado.
Algo falla.
¿Acaso es nueva?
—Levántate. —le ordena, pero tiene que ayudarla.
Hace que se acerque a ella a propósito.
Ella no puede verla pero trata de buscar sus ojos.
Los encuentra y sostienen una mirada mutua.
—Ayúdame con esto y no te pasará nada. —logra decirle.
Ella cierra los ojos con fuerza, sus manos están temblando. Se da cuenta que todos, la están mirando, todo depende de ella y de las combinaciones que la chica sabe para abrir la caja fuerte.
Caminan juntas, ella pegada a su cuerpo y sin despegarse.
Alex le grita a un par de personas que no dejan de llorar. Los demás se dedican a amenazar y a calcular el tiempo que tienen para salir de ahí antes de que la policía llegue.
—No puedo... —susurra, baja la mirada y deja que sus lágrimas caigan. Está nerviosa.
—Hazlo. Haz que esta tarea sea sencilla para mí, no quiero hacerte daño. —toma su mano derecha, y la coloca contra el resalte de la caja fuerte. Está temblando. Pero logra poner la combinación y el pestillo se desbloquea.
La puerta se abre.
Alex y Kael entran de inmediato, cogen lo que pueden y salen. Hay una puerta trasera.
Justo como lo estudié. Jack la abre y los demás salen a una velocidad máxima.
La suelta y la deja ir, a pesar de que está llorando.
La tumba contra el suelo y la mira por última vez.
Lo extraño es que, nadie imaginó que después de ese día, de ese momento, las cosas cambiarían para siempre.