Advertencia
El siguiente capítulo contiene contenido para adultos (+18). Recuerden que esta es una obra de ficción y no refleja la realidad de las personas mencionadas. Los eventos y personajes retratados son producto de la imaginación del autor. Si prefieren, pueden saltar al siguiente capítulo. Les recomendamos discreción al leer.
Después de varias copas, risas, besos y caricias ambas entraron al departamento.
Rai rió alto al notar que Alondra venía mordiéndole el hombro.
—¡Suéltame —le dijo sin parar de reír— ¡Alo!
—Te dije que cuando volviéramos te comería... —cerró la puerta del departamento por detrás de ellas— Y ahora no habrá nadie que me impida hacerlo —la tomó de sus manos y la tiró sobre el diván.
—Eres una caníbal —bromeó.
Su cuerpo se colocó sobre ella, su aliento a champagne tocaba el de Rai. Sus manos habían empezado a tocarle sus muslos de arriba hacia abajo y aunque los jeans cubrían sus piernas, la sensación era única.
—Alondra... —le interrumpió, ella levantó la mirada— Espérame —le susurró.
Observó como Rai se escabullía debajo de ella, se sentó y esperó a que regresara. El tiempo se le hacía lento, se quitó la camiseta y la dejó a un costado.
Estaba pensando seriamente en empezar a...
—¿Qué vas hacer? —le preguntó regresando de su habitación. La diferencia era que, ahora solo traía puesto un conjunto de lencería. La vista de Alondra se nubló por completo, su cerebro dejó de pensar por varios segundos y se dedicó a imaginarse todo lo que haría cuando estuviera cerca.— No se permiten autosatisfacciones en mi casa —Alondra enrojeció ligeramente.
—Si no vienes aquí, tendré que hacerlo —se burló.
—¿Tienes muchas ganas?
—Voy a correrme solamente por verte caminar así
Volvió a tragar saliva y la divisó caminando semi desnuda muy cerca de ella. Quería hacerlo, sus ganas eran infinitas.
—Ven acá Rai —le suplicó
—¿Qué pasa si no voy? —la retó frente a ella, manteniendo unos centímetros de distancia prudentes para que ella no la alcanzara.
—Me voy a parar y te haré gritar justo en dónde estás.
—¿Te vas a parar? —enarcó una ceja y caminó lentamente hasta dónde ella estaba. Se acomodó el cabello tras su oreja.
—Rai ven aquí, por favor preciosa —volvió a rogar, Rai se estaba divirtiendo mucho por verla de esa forma— Voy a romper la regla de no autoamor en tu casa —le advirtió, pero ella estaba bromeando.
—Hazlo.
Alondra se quedó helada.
Comprendió que su novia no tomaba sus palabras como bromas, la había tomado desprevenida.
¿Desde cuándo ella tomaba la iniciativa?
—¿Me quieres ver?
—Sí, quiero verte
—No será lo mismo —le dijó para ver si cambiaba de opinión.
—Ya lo sé, dime que tengo que hacer para verte.
No lo hizo, seguía firme en su decisión.
—Quítate la ropa —hizo una pausa mientras que Rai entreabrió los labios— No, mejor no —se retractó— Quiero ser yo quién te la quite.
Rai se acercó lentamente a dónde ella estaba sentada, se puso de espaldas y Alondra no pudo evitar besarle está haciendo que se estremeciera completamente, para luego tocar su cuerpo hasta llegar al broche del sujetador.
Lo desató y cayó al suelo, subió la mirada y se inclinó. Abrió la boca y sus dientes quedaron enganchados en uno de los extremos de su ropa interior.
Poco a poco los dientes de Alondra iban bajando su ropa interior.
—¿Terminaste? —preguntó Rai, aquello era muchísimo para ella.
Alondra asintió y le dedicó una mirada, una que solo ellas podían entender.
Era tan preciosa, tan inocente. Aunque ahora luego de lo que le había pedido a Alondra, ya no era tan inocente como en otras ocasiones.
—Hazlo... —le volvió a rogar.
Miró una vez más a Rai y se desabrochó el pantalón bajándose la cremallera. Empezó lo que ella quería ver, cerró los ojos y estaba imaginando a Rai, de vez en cuando volvía abrir los ojos y se encontraba a su novia mirándola desde la misma distancia.
De un momento a otro Raila tumbó sobre el diván y se posicionó sobre sus caderas, ella las elevó para poder sentirla más.
Entre besos y gritos ahogados ambas habían llegado a su límite, Alondra había cumplido el acto dentro de ella.