10.

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Ahí estaba ella en su Mustang mientras observaba a la pelirroja a lo lejos. No se había tomado el tiempo para apreciar lo bonito de su cabello, sus rizos definidos.

Ahora que lo pensaba, hasta sin definir eran preciosos.

La sigue con la mirada, se ha puesto de pie para hablar con un señor, se nota que le dobla la edad.

Ella se voltea de pronto y busca algo en los cajones de su escritorio. El imbécil la está mirando.

Observando su bonito cuerpo tan disimuladamente como puede.

Lo que no sabe, es que ella lo estaba viendo y estaba pensando en mil formas de sacarlo a fuerzas de ahí. Rai vuelve a voltearse, le entrega unos folios y se sienta de nuevo.

¿Por qué no se ha ido aún? ¿Qué es lo que quiere con ella? ¿Acaso me ha mentido cuando me dijo que no tenía pareja? Lo peor de todo es que es un viejo.

—Yo soy mucho mejor que él en todos los aspectos, puedo ser hasta su Suggar si quiere. —murmuraba dentro del auto mientras seguía viéndolos.

Escucho un ruido en su ventana, le habían interceptado sus pensamientos, volvió a ver y notó quién era. Quitó el seguro de la puerta para que pudiera entrar.

—¿Qué haces acá? — dijo acomodándose las Ray ban, trae un ridículo pasamontañas. No sabe que le parece más gracioso, si el pasamontañas o como se ve su cabello dentro de este.

—Vine un rato, ¿Y tú? ¿Qué haces aquí Alex?

—¿Para qué? ¿Eres imbécil? La policía está buscándonos y tú te apareces justo en el lugar en donde nos tienen marcados. Si he venido aquí es porque reconocí tu auto en la otra esquina del banco.

—Relájate. —le responde sin quitar la vista de mi retrovisor. En él está Rai, cruzando otra vez las piernas una excelente manía.

—Si quieres una chica vete a un burdel, aquí no. —le dijo al observar lo que miraba. Él también se quedó un buen rato mirando.

—Ya estoy lo suficientemente grande para tus sermones, ¿No crees?

—¿A qué has venido Alondra? Nos estás poniendo en peligro, te estás exponiendo demasiado.

Ella no dijo nada, en el fondo sabía que tenía razón.

—Vámonos.

—Quiero quedarme un rato más

—Alondra, vámonos.

Golpea el timón, voltea a mirarlo, es su amigo, su hermano de otra sangre. Pero aún así quería arrancarle esos rizos aplastados.

Encendió el auto y avanzo un poco, Rai ya no está más en el retrovisor.

—¿Sabías que la rubia esa, la cajera. Está viva? —la miró. Con todo lo que había pasado, se había olvidado de ese pequeño detalle.

—Lo solucionare hoy, ya veo que Jack y Kael solo están de adornos.

—No los culpes, ese era tu trabajo y lo sabes. ¿Dónde has estado estos días?

—¿Tienes que estar metido siempre en mi trasero?

Alex asiente con la cabeza, saca un cigarrillo del bolsillo de su pantalón y lo enciende.

—Es que es cálido y acogedor, no puedo resistirme.

—Que te den Alex

—Dios te escuché

—Irritable

—Fastidiosa

—Gusano del cadáver de la novia

—Tonta... —hizo una pausa para analizar como lo había llamado— no quería usar este adjetivo pero te lo ganaste, hija de puta. Vámonos o te juro que llamo a la policía Alondra.

Se lo pensó, ya lo había hecho una vez estando borracho y gracias a él habían pasado una noche en una celda.

¿La razón? La acuso de robar una cerveza en una tienda cuando él fue el culpable. Al menos se lo llevaron a él por ocasionar disturbios, sola no se fue.

Aún así, él estando sobrio era peor y no quería que Rai se diera cuenta que estaba ahí viéndola.

—¿Empiezo a marcar los tres números?

—Ya nos vamos y a como lo hagas te quito tus tres cosas para estar a mano.

—¿Tres?

—Dos bolas y un gusano

—Jodete.

Arrancó y Alex se encargo de poner música en el estéreo. Alondra seguía pensando en Rai, no la iba a dejar ir tan fácil.

—Alondra —Alex la volvió a interrumpir.

—¿Que quieres? —le respondió irritada.

—Fotito, sonríe

—Te juro que te bajaré y te irás a pie.

Los dos juntos parecían niños bromeando, se complementaban.

𝑇𝑒𝑛𝑡𝑎𝑡𝑖𝑜𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora