¿Y SI LA VIDA ES UN SUEÑO Y LA MUERTE NOS DESPIERTA?

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*Omnisciente*





Los rayos del sol dan de lleno en su rostro y su cuerpo se aferra con fuerza a la espalda de Sebastián sintiendo la calidez que emana su cuerpo puede escuchar su respiración; profunda e intensa, con una sonrisa en sus labios se presiona más a la ancha espalda del hombre, unos leves quejidos por parte de él la hacen sonreír pícaramente y en cuestión de segundos está sobre él.

-¡Es hora de levantarse! -Sebastián abre uno de sus ojos arqueando perezosamente su ceja.

-Es domingo, Brida. Los niños aún duermen, así que podemos dormir un poco más...

Niega varias veces acariciándole el pecho subiendo con suma lentitud hasta llegar al comienzo de su cuello, Sebastián termina por abrir sus ojos disgustándose con las caricias que Brida ha iniciado.

-Yo no quiero dormir. -se queja como a una niña, acercando sus labios a los de él, besa sutilmente sin hacer esfuerzo en profundizarlo, solo quiere sentir la textura de estos y calidez que le brindan al estar junto a los suyos-. Además, hoy iremos a la playa, anoche no adelantamos nada.

-Es después de hora de almuerzo, Brida. Amara se encargó de acomodar las cosas que llevaremos, vuelve a dormir.

Brida no se inmuta en lo más mínimo, permanece aún sentada sobre él, y con una clara expresión de no estar contenta con él.

-No quiero, Sebastián. Si tú no te vas a levantar yo sí, tengo cosas que hacer. -en ese momento se esfuma el buen humor con el que amaneció.

Antes de que pueda levantarse, sujeta sus muñecas impidiendo cualquier movimiento de su parte, se sienta con dificultad en la cama cargando con ella en sus piernas. Ambos quedan frente a frente con escasos centímetros de por medio, Brida intenta que su cercanía le afecte desmintiendo su mal humor. Una rotunda e imposible negación así misma, es incontrolable para ella no sentir en su interior millones de revoluciones con solo verle a los ojos, y que su corazón retumbe como loco dentro del pecho.

-Creo que ya hemos pasado por esto varias veces, Brida. Tú de mal humor tan por la mañana, yo pegándome a tu cuerpo llenándote de besos por doquier...

-Estás creyendo mal.

En cuanto esas palabras salen de su boca, Sebastián desciende un camino de besos desde el inicio de sus senos hasta alcanzar su cuello, en el cual deja besos húmedos sintiendo como el cuerpo de Brida va estremeciendo e incluso cambiando de temperatura.

Él conoce a la perfección como hacerla cambiar de opinión. El tiempo se ha encargado de que ambos construyan un aura de confianza con fuerza inminente, donde los miedos de ambos luchan por desaparecer, además de complementar sus deseos concediendo paso a la maravilla de la realidad, aprendiendo cada día uno del otro.

-Mientes fatalmente, mi amor. Sé que tu mal humor ahora está a millones años luz, esa hermosa cabecita tuya está intentado descifrar mis pensamientos. Para que no te quedes con la curiosidad están ideando mil maneras de poder hacerte el amor antes de que salgas de esta cama.

Su cuerpo reacciona a las caricias bajo la tela de su camisón, los dedos largos de Sebastián juegan con su piel, así como sus labios dan inicio a un beso lleno de amor e inspiración por querer complacer a su mujer.

***

Sus pies se hunden bajo la arena caliente, sonríe embobada al ver como sus dos hijos desmoronan con entusiasmo el castillo de arena que con tanto esfuerzo Sebastián les ha construido.

Mira en dirección contraria encontrándose con la penetrante mirada de Sebastián a quien no le hace gracia en absoluto que sus hijos destruyan su trabajo. Los gritos de los demás niños y los muros de las personas llenan con alegría la inmensa playa, el sol da de lleno en el lugar volvió cada vez más fuerte el calor.

Amara desapareció en cuanto llegaron volviendo sospechosa la situación, la mujer parece estar en una relación con un viejo amigo que se encontró unos meses atrás en las idas a la ciudad.

Los que formaron parte de su entorno durante el embarazo siguen siendo las mismas hermosas personas en las que confía a ojos cerrados, a las cuales desea seguir viendo por un largo tiempo.

Cada día es un día más, en el cual su mente se llena de miles de pensamientos y reflexiones.

Vive uno tras otro preguntándose, ¿y si la vida es un sueño y la muerte nos despierta?

¿Y si todo es un sueño?

Percibir la alegría en los rostros de sus dos hijos, forja que cada latido de su corazón sea lento pero seguro, el brillo que la mirada de Sebastián refleja al mirarla expande la añoranza y felicidad dentro de sí misma.

Si de algo está segura, es de no cerrar sus ojos sin ver crecer a sus hijos, de luchar un poco más por su oportunidad de ser feliz junto a sus hijos, junto al hombre que ama.

En Plena Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora