la inocencia y la alegría
El cielo mexicano era de un azul profundo, y el sol brillaba intensamente, pero Kelly se sentía como si estuviera atrapada en una nube gris. Había llegado a su nuevo hogar, pero la euforia de la llegada se había desvanecido rápidamente, dejándola con un profundo sentimiento de nostalgia. La casa en la que ahora vivía era hermosa, con un jardín lleno de flores vibrantes, pero cada rincón le recordaba a Sofía y a las risas compartidas en Australia.
En su primer día en México, Kelly había hecho el esfuerzo de levantarse con energía y explorar el barrio. Sin embargo, a medida que caminaba por las calles, la falta de familiaridad la hacía sentirse fuera de lugar. Los vendedores ambulantes ofrecían deliciosas frutas y comida típica, pero su paladar estaba acostumbrado a los sabores australianos, y no podía evitar desear una buena hamburguesa de la playa.
A pesar de la calidez de la gente que conoció, su corazón anhelaba la compañía de Sofía. Habían compartido tantos momentos juntas, y ahora, la idea de no poder correr a su lado o contarle sus pensamientos la llenaba de tristeza. Kelly se sentó en el borde de su cama, mirando por la ventana hacia la calle llena de vida, sintiéndose como un espectador en su propia vida.
Su madre la llamó desde la cocina.
-Kelly, ven aquí. Quiero que pruebes algo. Hice unos tacos -dijo, con entusiasmo.
Kelly se levantó, tratando de ocultar su melancolía. Al entrar a la cocina, la fragancia de las especias la envolvió, y aunque disfrutaba de la comida mexicana, la alegría de probar algo nuevo se opacaba por la tristeza que sentía.
-¿Cómo te sientes, cariño? -preguntó su madre, notando la expresión en el rostro de Kelly.
-No lo sé. Creo que extraño a Sofía. Todo es tan diferente aquí -respondió, sintiéndose vulnerable.
Su madre se acercó y le acarició la espalda, intentando consolarla.
-Es normal sentir nostalgia, pero debes recordar que esto también puede ser una aventura. Tendrás la oportunidad de hacer nuevos amigos, como Karla Gaitán -dijo su madre, recordando la chica amable que se había presentado en el almuerzo escolar.
A pesar de que las palabras de su madre eran reconfortantes, Kelly no podía evitar sentirse atrapada entre dos mundos. Era como si parte de ella todavía estuviera en Australia, disfrutando del sol y de las olas, mientras que la otra parte intentaba adaptarse a esta nueva realidad en México.
Decidida a no dejar que la nostalgia la venciera, Kelly hizo un esfuerzo consciente por salir. A la mañana siguiente, se preparó con entusiasmo y se puso una blusa colorida que había traído de Australia. Al llegar a la escuela, se sintió un poco más segura.
En la clase, Karla Gaitán se sentó a su lado y le sonrió calurosamente.
-¡Hola, Kelly! ¿Listo para un nuevo día? -dijo Karla, su entusiasmo era contagioso.
Kelly le devolvió la sonrisa, sintiéndose un poco más animada.
-Sí, estoy lista. Solo tratando de adaptarme un poco -respondió, sintiendo que las palabras resonaban en su corazón.
Karla la miró con complicidad.
-Lo entiendo. No te preocupes, te ayudaré a encontrar tus lugares favoritos por aquí. Hay muchos sitios increíbles que explorar -dijo, mientras comenzaban la clase.
A lo largo de la semana, Karla se convirtió en un pilar de apoyo. Juntas, compartieron risas y anécdotas, y poco a poco, Kelly comenzó a sentirse más cómoda en su nueva vida. Sin embargo, las conversaciones sobre sus experiencias en Australia siempre volvían a surgir. Karla se interesaba por todo lo que Kelly había vivido allí, lo que ayudaba a Kelly a recordar los momentos felices en lugar de los dolorosos.
Una tarde, mientras caminaban hacia casa después de clases, Karla le preguntó:
-¿Qué es lo que más extrañas de Australia?
Kelly lo pensó por un momento.
-Definitivamente, las playas y los atardeceres. Eran tan hermosos. También extraño a mi amiga Sofía. Hicimos tantas cosas juntas -respondió, sintiendo la tristeza en su voz.
Karla asintió, comprendiendo su dolor.
-Es difícil dejar a alguien tan cercano, pero siempre puedes mantener el contacto. Con el tiempo, encontrarás nuevas amistades aquí. Estoy segura de que harás amigos increíbles -dijo Karla, tratando de animarla.
Kelly sonrió con gratitud. A pesar de que la ausencia de Sofía pesaba en su corazón, Karla estaba comenzando a llenar ese vacío. Con cada día que pasaba, Kelly sentía que su vida en México se volvía un poco más brillante, aunque siempre había un espacio reservado para Sofía en su corazón.
Con el paso del tiempo, Kelly comenzó a disfrutar de las pequeñas cosas de su nueva vida: la música vibrante en las calles, los colores vivos de los mercados y las sonrisas de los lugareños. Aunque el hogar que había dejado atrás siempre sería parte de ella, estaba lista para crear nuevos recuerdos en este nuevo capítulo.
Sin embargo, en noches tranquilas, cuando la luna iluminaba su habitación, Kelly a menudo se encontraba escribiendo mensajes a Sofía, contándole todo sobre su vida en México, compartiendo sus nuevas aventuras y sueños. A través de esas palabras, se dio cuenta de que, aunque el espacio entre ellas aumentaba, la conexión seguía viva.
En su corazón, Kelly sabía que la vida seguía adelante. Aunque extrañaba a Sofía y su hogar en Australia, también había un nuevo camino que explorar en México, y estaba lista para enfrentarlo con el corazón abierto, dispuesta a descubrir lo que la vida le tenía reservado.
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Saturno>Lukas Urkijo
Fanfiction¿Cómo sería la vida si fuéramos solo constelaciones en lugar de seres humanos? Pero lo más importante es: si lo fuéramos, ¿cómo nos enamoraríamos el uno del otro? ¿Podríamos sentir esos sentimientos? No lo sé, pero si eso existiera, tú y yo seríamos...