suave y hermosa, se le atribuyen la pureza, la inocencia y la salud.
Los días que siguieron al paseo por la playa fueron un torbellino de emociones para Kelly y Alan. Ambos sentían la chispa de una amistad renovada y, a la vez, una tensión palpable que los mantenía en un delicado equilibrio entre la amistad y algo más.
Una tarde, decidieron encontrarse en el parque donde solían jugar de niños. El lugar había cambiado un poco, pero la esencia seguía siendo la misma. El sonido de las risas de los niños y el canto de los pájaros creaban un ambiente acogedor que los hizo sentir como si el tiempo no hubiera pasado.
—Este es el lugar donde pasábamos horas construyendo castillos de arena y haciendo carreras de bicicletas —dijo Alan, mirando a su alrededor con nostalgia.
Kelly sonrió, recordando aquellos momentos despreocupados.
—Sí, y también donde me enseñaste a andar en bicicleta. Te recuerdo gritando “¡más rápido, Kelly, más rápido!” —rió, recordando su torpeza en ese entonces.
—Y tú siempre te caías, pero te levantabas con una sonrisa —dijo Alan, riendo junto a ella—. Era imposible no querer seguir intentándolo contigo.
Kelly sintió un calor en su pecho al escuchar esas palabras. Era reconfortante recordar esos días, pero también era el momento perfecto para abrirse y profundizar en su conexión.
—A veces, me sorprende cómo la vida nos llevó por caminos tan diferentes —comenzó Kelly, su tono más reflexivo—. Yo pensaba que nunca volvería a verte, y ahora aquí estamos.
Alan la miró, su expresión seria.
—Yo también lo pensé. Pero quizás todo esto fue parte de un plan mayor. Tal vez necesitábamos alejarnos para crecer y valorarnos más al volver a encontrarnos —sugirió, tomando su mano de manera casual, pero significativa.
Kelly sintió que su corazón latía más rápido. Era un gesto sencillo, pero lleno de significado.
—Creo que tienes razón. A veces me pregunto qué hubiera sido de nosotros si no nos hubiéramos mudado. Me pregunto si nuestra amistad hubiera crecido de la misma manera —respondió, sintiendo una mezcla de tristeza y alegría.
—No lo sé, pero sé que ahora estamos aquí. Y me gustaría hacer lo mejor de este momento —dijo Alan, sus ojos fijos en los de ella—. Me gustaría que esta vez no nos perdiéramos de nuevo.
—Me encantaría eso —dijo Kelly, sintiendo que un peso se levantaba de sus hombros.
Mientras continuaban hablando, se dieron cuenta de que compartían más que recuerdos; también tenían sueños y metas que deseaban alcanzar. Ambos estaban en un momento de descubrimiento personal, y su reconexión parecía ser el apoyo que necesitaban.
—Siempre quise ser artista —confesó Kelly, sonrojándose—. Pero nunca tuve el valor de seguirlo.
Alan la miró, sorprendido.
—¿De verdad? Eres increíblemente talentosa. Siempre me impresionó cómo dibujabas —dijo, genuinamente admirado.
Kelly se sintió halagada por su comentario.
—Gracias, Alan. A veces siento que necesito ser valiente y perseguirlo, pero el miedo me detiene.
—¿Sabes? El miedo es solo una señal de que te importa. Tal vez deberías darle una oportunidad y ver a dónde te lleva —sugirió Alan, su voz llena de aliento.
Kelly asintió, sintiéndose motivada por las palabras de Alan.
—¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo desde que te mudaste aquí? —preguntó, intentando desviar la conversación hacia él.
Alan se encogió de hombros.
—He estado explorando mis intereses. Me encanta la música, así que he estado tocando la guitarra y escribiendo algunas canciones. Aunque aún no estoy seguro de hacia dónde quiero llevarlo —confesó, su mirada perdida en el horizonte.
Kelly lo observó con admiración.
—Eso suena increíble. Me encantaría escuchar alguna de tus canciones un día —dijo, con una sonrisa alentadora.
—Definitivamente, tendré que hacer un pequeño concierto privado solo para ti —respondió Alan, riendo, su mirada iluminada.
En ese momento, ambos sintieron una conexión más profunda. El pasado había moldeado sus vidas, pero ahora estaban en un lugar donde podían redescubrirse y apoyarse mutuamente.
—Me alegra que hayamos podido reencontrarnos, Kelly. Eres alguien muy especial para mí —dijo Alan, su tono sincero.
Kelly sonrió, sintiendo que la barrera que había mantenido su corazón a distancia comenzaba a desvanecerse.
—Eres especial para mí también, Alan. Nunca olvidé lo importantes que fuiste en mi vida —respondió, sintiendo que era el momento adecuado para abrirse un poco más—. A veces, siento que me estoy enamorando de ti.
El aire se volvió denso y lleno de anticipación. Alan la miró, sus ojos brillando con sorpresa y emoción.
—¿En serio? Porque yo siento lo mismo, pero tenía miedo de decirlo —dijo, acercándose más a ella.
Kelly sintió una ola de alivio y felicidad al escuchar sus palabras. Era un momento de vulnerabilidad, y sabían que estaban a punto de dar un paso importante en su relación.
Ambos sonrieron, sintiendo que la amistad que habían reconstruido había dado lugar a algo más profundo y significativo. Se dieron cuenta de que su conexión era un regalo del destino, y estaban listos para abrazarlo, sin importar lo que el futuro les deparara.
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Saturno>Lukas Urkijo
Fanfiction¿Cómo sería la vida si fuéramos solo constelaciones en lugar de seres humanos? Pero lo más importante es: si lo fuéramos, ¿cómo nos enamoraríamos el uno del otro? ¿Podríamos sentir esos sentimientos? No lo sé, pero si eso existiera, tú y yo seríamos...