22.rosas

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La rosa blanca es sinónimo de pureza, de fidelidad y romanticismo. La rosa rosa el amor dulce y verdadero, un te quiero.

A pesar de las tensiones ocasionales causadas por los celos de Lukas, había algo innegable en la relación que compartía con Kelly: una complicidad genuina, llena de bromas y risas que hacía que cualquier momento difícil se sintiera un poco más llevadero. Entre ellos existía una química que iba más allá de las palabras, una capacidad para reírse juntos que mantenía la relación fresca y divertida.

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Una tarde, mientras caminaban por el parque después de clase, Lukas decidió hacerle una de sus bromas clásicas a Kelly. El cielo estaba despejado y el clima era perfecto, lo que les daba la excusa ideal para pasear sin rumbo.

—Oye, Kelly —dijo Lukas de repente, rompiendo el cómodo silencio entre ellos—. ¿Sabías que soy adivino?

Kelly lo miró, levantando una ceja con escepticismo.

—¿Adivino? —repitió, claramente divertida—. No me digas, ¿vas a leerme la mano o algo así?

Lukas sonrió con picardía y señaló el camino frente a ellos.

—No, mejor. Puedo predecir tu futuro inmediato —dijo, con tono serio—. Por ejemplo… Puedo decir que en menos de cinco segundos, vas a intentar hacerme cosquillas.

Kelly soltó una carcajada.

—¡Claro que no! ¿Por qué haría eso?

—Porque —respondió Lukas, mirando hacia el horizonte como si estuviera pensando profundamente—, sé que te encantan mis reacciones. Además, sé exactamente dónde eres más efectiva con las cosquillas.

Kelly lo miró con una sonrisa, sabiendo que, en el fondo, tenía razón. Sin embargo, no estaba dispuesta a admitirlo.

—¿Ah, sí? —dijo, fingiendo indiferencia—. No sé de qué hablas. Yo jamás haría eso.

En ese momento, con un movimiento rápido, Kelly aprovechó un descuido de Lukas y se lanzó hacia él, haciéndole cosquillas en el costado. Lukas se retorció entre risas, intentando defenderse, pero sus carcajadas eran inevitables.

—¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —exclamó entre risas, tratando de alejarse mientras Kelly lo atacaba sin piedad.

—¡No era tan difícil de predecir! —respondió Kelly, también riendo.

Finalmente, Lukas logró escabullirse y, con una rápida maniobra, la atrapó por la cintura, girándola hacia él.

—Ahora es mi turno —dijo, con una sonrisa traviesa.

Pero antes de que pudiera hacerle cosquillas a Kelly, ella le dio un suave empujón, escapando de sus manos.

—¡Oh, no! No tan rápido, Lukas—dijo ella, usando su nombre en broma—. Yo soy mucho más rápida que tú.

Ambos se rieron mientras seguían caminando, con el sol comenzando a bajar en el horizonte, tiñendo el cielo de colores cálidos. Estos momentos ligeros eran los que Kelly apreciaba más en su relación. Lukas siempre sabía cómo sacarle una sonrisa, incluso cuando el día había sido difícil.

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Otro día, en una salida con el grupo, Lukas decidió hacerle otra broma a Kelly. Estaban en una cafetería, todos charlando y disfrutando de sus bebidas. Lukas, sentado al lado de Kelly, tomó su vaso de café y lo acercó a ella.

—¿Quieres probar el mejor café que hayas tomado en tu vida? —le dijo con una sonrisa misteriosa.

Kelly, sabiendo que probablemente había algo detrás de la oferta, lo miró con desconfianza.

—¿Qué le pusiste? —preguntó, entrecerrando los ojos.

Lukas fingió indignación.

—¿Yo? ¡Nada! Solo quiero que pruebes lo increíble que está. Confía en mí —dijo, con un tono inocente que no convenció a Kelly del todo.

Aún así, Kelly decidió seguirle el juego y tomó un sorbo. Al instante, una expresión de sorpresa cruzó su rostro.

—¡Está dulce! —exclamó, riéndose—. ¿Cuánta azúcar le echaste?

Lukas se rió.

—Bueno, digamos que un poquito más de lo habitual. Quería que te endulzara el día.

Kelly lo miró, sacudiendo la cabeza con una sonrisa divertida.

—Esto es básicamente un postre líquido. No me quejo, pero… ¡es un montón de azúcar! —dijo mientras dejaba el vaso sobre la mesa.

Max, que estaba sentado cerca, aprovechó la situación para hacer una broma.

—¿Sabes lo que dicen, Kelly? Cuando un chico te da algo tan dulce, es porque quiere compensar por ser amargo en otras cosas —dijo, guiñándole el ojo.

Kelly rió, mientras Lukas levantaba las manos en defensa.

—¡Oye! ¿Quién dijo que soy amargo? Yo soy puro caramelo —replicó, haciendo reír a todos.

El ambiente en el grupo se volvió más relajado, y las bromas iban de un lado a otro entre ellos. Lukas y Kelly tenían esa facilidad para bromear entre ellos, lo que hacía que sus momentos juntos fueran más ligeros y despreocupados, incluso cuando había pequeñas tensiones por los celos.

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Más tarde esa misma semana, mientras estaban solos en el coche de Lukas después de una cita, Kelly decidió devolverle la broma.

—¿Sabes? —dijo Kelly, con un tono serio que llamó la atención de Lukas—. Creo que he descubierto algo.

—¿Qué cosa? —preguntó Lukas, intrigado.

Kelly lo miró con fingida preocupación.

—Que en realidad… no sabes nada de magia. Esa vez con el azúcar fue un desastre total.

Lukas la miró, sorprendido al principio, pero luego se echó a reír.

—¡Hey! Era mi primer intento. ¿Qué esperabas?

—Que al menos no dejaras todo el café lleno de azúcar —respondió ella, sonriendo.

Lukas la miró fijamente por un momento, luego se inclinó hacia ella, tomando su mano.

—Tal vez no sea un mago, pero puedo prometerte algo: siempre haré lo imposible por verte sonreír, incluso si tengo que seguir haciendo trucos malos —dijo con sinceridad.

Kelly sonrió, sintiendo un calor en el pecho. Aunque las bromas y los chistes entre ellos eran constantes, también había una conexión más profunda, y esos momentos eran los que le recordaban por qué estaba con Lukas.

En ese momento, se dio cuenta de que, aunque había desafíos en su relación, las risas y la complicidad que compartían eran el pegamento que los mantenía juntos. Y eso, para ella, era lo más importante.

Saturno>Lukas UrkijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora