Capítulo 5

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Jaemin salió de su habitación por la noche. En parte porque no podía seguir escondiéndose, y en parte porque estaba decidido a demostrar que lo que había sucedido era algo excepcional. Un hecho único muy desafortunado y nada más. El hecho de que se hubiera excitado en presencia de su hermano no significaba que su hermano fuera la causa. Jaemin lo demostraría, demostraría que no lo era, que no era un degenerado.

—Su hermano está en el gimnasio, maestro Jaemin —le dijo una criada cuando preguntó.

Su hermano, hermano.

Tragando otra oleada de náuseas, Jaemin le dio las gracias distraídamente y se dirigió al gimnasio. Vería a Jen y no sentiría nada, nada más que lo que una persona normal sentiría por un hermano.

Jaemin entró al gimnasio y se detuvo abruptamente.

Jen no lo notó, estaba demasiado ocupado golpeando un saco de boxeo. Llevaba solo un par de pantalones holgados de gimnasia y nada más.

Jaemin se humedeció los labios, sus ojos trazaron impotentes las líneas musculares de la fuerte espalda de Jen. Brillaba por la transpiración, resaltando cada músculo individualmente, gotas de sudor corrían por su columna vertebral. El cabello castaño oscuro también húmedo por el sudor. Jen golpeó el saco con fuerza, una y otra vez, flexionando sus bíceps y haciendo resaltar las venas de sus fuertes antebrazos. Exudaba agresividad masculina y fuerza cruda y letal.

Jaemin tragó saliva con dificultad, el calor le subió a la entrepierna

Mierda.

Jaemin dio un paso atrás pero fue demasiado tarde.

Como si lo sintiera, Jen volvió la cabeza jadeando, su mano enguantada descansando sobre el saco, su grueso bícep abultado. Los ojos cafés enmarcados por pestañas oscuras le abrieron un agujero, llenos de frustración.

Lubricante natural goteó por la parte interna del muslo de Jaemin, su polla estaba tan dura que dolía.

Las fosas nasales de Jen se ensancharon.

Seguramente... seguramente no podía oler su excitación desde el otro lado de la habitación, ¿verdad?

Sin dejar de mirar a Jaemin, Jen se quitó los guantes.

Dejándolos caer al suelo, se dirigió hacia él.

Jaemin debería haberse ido, debería haber corrido.

No lo hizo.

Se quedó quieto como un idiota, mientras la evidencia incriminatoria de su enfermedad le resbalaba por la pierna. Si Jen no hubiera olido eso al otro lado de la habitación, seguramente ahora lo haría.

Jen se detuvo frente a él y solo lo miró, su rostro como una piedra. Debería haber olido asqueroso, todo sudor, testosterona y almizcle alfa, pero olía jodidamente divino.

Dioses, realmente debe estar enfermo. Era la persona más pervertida que existe, no sólo su propio hermano lo despertó, sino que el olor de su sudor lo encendió aún más.

—¿Te sientes mejor? —Jen dijo, rompiendo el silencio — Chenle dijo que tenías dolor de cabeza.

Jaemin parpadeó, aturdido ¿Qué?, ¿Jen simplemente... iba a fingir que no podía oler nada, que no sabía lo enfermo que era Jaemin?, ¿Por qué tendría que hacer eso?, ¿Por qué razón? No es que Jaemin no se sintiera aliviado, por supuesto que lo estaba, pero era extraño. Muy extraño.

—¿Jae?

Completamente confundido, Jaemin forzó una débil sonrisa.

—Me siento mejor ahora, —mintió, fijando su mirada en el rostro de Jen y negándose a mirar su cuerpo semidesnudo. No es que mirarlo a la cara fuera más fácil —Yo... —dijo, sintiéndose ridículamente sin habla. Él, Lee Jaemin, que nunca se había enredado con los alfas, se sentía dolorosamente incómodo y desequilibrado. La pegajosa y palpitante situación entre sus piernas tampoco ayudó.

LLCT | NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora