Las personas deberían aprender a no hacer promesas que no tienen la intención de cumplir. No saben el dolor que causan al romper una promesa; su desdén por las palabras se convierte en una herida abierta en el corazón de quienes creyeron en su sinceridad. Lo único que dejan son palabras vacías y una persona confundida, preguntándose por qué no fue suficiente para que cumplieran lo que prometieron.
Las promesas son mucho más que simples declaraciones; son la base de la confianza y la conexión. Sin embargo, muchos las consideran tonterías, un juego de palabras sin peso. Pero cada promesa incumplida es un golpe al alma, una decepción que se instala y se convierte en dolor crónico. La frustración se mezcla con la tristeza, y en el eco de esas promesas rotas resuena la impotencia de un amor que no fue correspondido.
Y lo más devastador es que, a pesar de todo, hay personas que, a pesar de saber que todas tus promesas se han desvanecido, seguirán esperándote. Esperarán toda su vida, aferrándose a la esperanza de que un día cumplirás lo que dijiste. Esa espera se convierte en un tormento, un ciclo de amor y desamor que nunca se detiene, marcando a quienes permanecen fieles a promesas que ya no tienen valor.
Las promesas no deberían tomarse a la ligera. Cada palabra tiene un peso, y cada incumplimiento deja una huella indeleble. Aprendamos a valorar lo que decimos, a ser sinceros con nosotros mismos y con los demás. Porque al final, el dolor que causamos puede ser irreversible, y las palabras vacías solo traen soledad y desilusión 🥀
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Una adolescente más 👤
RomantikPensamientos, sentimientos y emociones de un adolescente que intenta descifrar que es lo que tiene