Cuando Max subió las escaleras a zancadas para ir al baño, no esperaba encontrarse ahí con Emily Scott, sentada en la tina. Había entrado sin preguntar, todos estaban abajo, incluido Aidan, quien le había llevado una eternidad en regresar después de entregar un pedido.
Mientras Max bajaba la cremallera de sus pantalones, una voz lo detuvo en seco:
—Tú eres Max, ¿verdad? —preguntó Emily, dedicándole una sonrisa amigable mientras lo escaneaba de arriba a abajo.
Por un momento, Max pensó que se había confundido de casa. Sin saber cómo reaccionar, salió disparado del baño, rojo como un tomate. Una vez en el pasillo, miró a su alrededor: la pared crema, las puertas familiares de las habitaciones... No, no se había equivocado.
Confundido y algo nervioso, decidió volver a entrar. Ahí estaba ella, con la mirada perdida, pero al verlo, rápidamente recompuso su expresión.
—¿Y tú eres Emily Scott? —le devolvió la pregunta con incredulidad.
—Sí, lo soy —respondió ella, amablemente. Luego bajó la mirada, pero volvió a levantarla rápidamente, algo incómoda—. Por cierto, tu cierre está bajo.
Max maldijo en voz baja mientras se giraba para salir nuevamente y corregir el "problema". Se quedó un momento apoyado en la pared del pasillo, procesando lo que acababa de pasar. Había conocido a Emily Scott... ¡en el baño de sus tíos y con la cremallera abierta!
Sin perder más tiempo, bajó corriendo a la librería, donde sus tíos y primos charlaban relajadamente. Y había un hombre extraño sentado en una de las mesas leyendo el periódico. Apenas entró, exclamó a todo pulmón:
—¡Emily Scott está arriba!
Los padres de Aidan lo miraron sorprendidos. Y si la mandíbula de Emma no estuviera pegada a su cara, hubiera caído al suelo.
—¿Emily Scott? —preguntó la madre de Aidan, intercambiando una mirada perpleja con su esposo.
Aidan había mencionado que una amiga necesitaba "alojamiento por algunos días", pero no había dado nombre. Saber que se trataba de ella dejó a todos intrigados. La madre de Aidan, en especial, parecía interesada por entender cómo había terminado aquella joven en su casa, pero no dijo nada más.
[...]
El sonido de las cucharas y los tenedores chocando contra los platos era lo único que rompía el incómodo silencio en la mesa. Max, quien siempre disfrutaba de una buena conversación durante la cena, sentía cómo su estómago se retorcía ante la falta de palabras. Emma, por su parte, compartía el mismo nerviosismo, incapaz de encontrar algo que decir para aliviar la tensión. Pero lo que realmente capturó la atención de Max fueron las miradas que Aidan y Emily intercambiaban. No eran las de dos simples conocidos. Había algo ahí. Algo que sólo podía definirse como historia compartida.
Rob y Lauren, siempre habían sido el tipo de padres que daban libertad a sus hijos, interviniendo solo cuando era estrictamente necesario. Confiaban plenamente en los valores que les habían inculcado y creían que aprender de los errores era parte fundamental de la vida. Pero que una celebridad estuviera sentada en su mesa superaba cualquier situación que pudieran haber imaginado.
Rob había captado fragmentos de una conversación entre Aidan y sus amigos —gracias a que "casualmente" había escuchado en el momento justo— y había descubierto que su hijo se había entrometido, aparentemente, en una relación sin siquiera saberlo. ¿Y si esa relación tenía algo que ver con Emily?
Aunque ni Rob ni Lauren solían prestarle demasiada atención al mundo de la farándula, no podían negar que habían escuchado hablar de Emily. Después de todo, Emma había sido una fan incondicional desde siempre y, en más de una ocasión, había compartido su entusiasmo con ellos.
ESTÁS LEYENDO
Donde todo comenzó || A.G.
FanfictionEl joven Aidan Gallagher ha dedicado toda su vida a ayudar a su padre en la librería, pero su mundo cambia inesperadamente cuando una actriz entra por la puerta. ➹ Cover hecho por @DarkDevil_23 de @Star_Club_ ⚠ Faltas ortográficas
