───── 𝗗 𝗢 𝗖 𝗘

101 8 0
                                        

Si Aidan hubiera revisado su celular en los cinco minutos que Emily le había pedido para subir al cuarto, habría leído el mensaje de Emma: "Aidan, Emily tiene novio"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Si Aidan hubiera revisado su celular en los cinco minutos que Emily le había pedido para subir al cuarto, habría leído el mensaje de Emma: "Aidan, Emily tiene novio". No había una razón clara de por qué Emma le había escrito a esa hora en lugar de decirlo en persona, tal vez el dolor de cabeza le impidió procesar el acercamiento que vio entre ellos en la fiesta. Pero eso ya no importaba. Aidan ya lo sabía, y esa noche había regresado a casa con una mezcla de incredulidad y un pinchazo que le pesaba en el corazón, recordando esa misma sensación de hace tres años, cuando tuvo que aceptar que su novia no era realmente suya. Lo mismo ahora, Emily tampoco lo fue, ni lo será. Recordó por qué llevaba tanto tiempo evitando involucrarse emocionalmente.

Al día siguiente, el clima reflejaba su estado de ánimo: gris y sombrío, como si el mundo compartiera su desánimo. La falta de sueño era evidente en las ojeras bajo sus ojos.

Esa noche, Aidan apenas había dormido, con la mente girando en torno a cada foto, cada artículo que había encontrado sobre Brad y Emily. En algún momento se había rendido a su teléfono, dejando la pantalla en negro, como si eso pudiera acallar las comparaciones que lo atormentaban.

Cada logro de él, cada comentario sobre el "hombre ideal", lo golpeaba con la fuerza de una cachetada. Era fácil ver por qué elegiría a Brad. Él era el tipo de hombre que parecía tenerlo todo: el éxito, la fama... y una presencia que hacía que todo el mundo se girara a mirarlo. Y Aidan, bueno... él era solo el chico de siempre, incapaz de destacar más allá de sus amigos. Aunque todos lo consideraban "perfecto", Aidan solo veía a un idiota que no sabría cómo tratar a Emily como ella merecía.

Sin embargo, no podía evitar la punzada de sentirse reemplazable, como si nunca hubiera tenido la menor importancia para ella.

Esa misma tarde, fue al cine y compró una entrada para ver la película Helix. Recordó cuando Emily le dijo: «Tendrás que hacerlo solo, es toda una experiencia... única». No había tenido oportunidad de verla antes, y ahora, de algún modo, se encontró haciéndolo sin pensarlo. A medida que observaba a Emily en la pantalla, algo se removió dentro de él, como en aquel primer encuentro, cuando solo era una actriz que su hermana admiraba, alguien inalcanzable. Era como si todo volviera al punto de inicio: ella otra vez fuera de su alcance, en un lugar tan lejano como entonces.

Todo este tiempo, se había aferrado a la idea de que había algo especial entre ellos, algo real. Pero ahora entendía que solo estaba persiguiendo una ilusión, una fantasía construida en días. ¿Por qué había pensado que Emily y él podían sentir lo mismo? Su ego estaba herido, sí, pero en el fondo comprendía que debía dejar de compararse con otros, de depender de las miradas ajenas para definirse.

Quizá, en otro universo, él y Emily habrían sido algo más que una historia inconclusa. Pero en este, lo único que le quedaba era la certeza de que debía seguir adelante, aunque todavía no supiera hacia dónde.

[...]

En la librería, todo seguía su curso. Los clientes entraban y salían sin notar el torbellino que llevaba por dentro. Cada sonrisa, cada palabra trivial que escuchaba parecía burlarse de su tormenta interna. Sus amigos, al menos, notaron su estado, y aunque evitaban el tema, el peso de la verdad flotaba en el aire.

—¿Entonces yo era el único idiota que no sabía que Emily tenía novio? —dijo con una mezcla de rabia e incredulidad, bajando la mirada mientras sus amigos lo observaban.

Sus tres amigos intercambiaron miradas incómodas. Aunque no estaban muy enterados de los detalles de la relación de Emily Scott, sabían que era bastante conocida. No hacía falta ser experto en farándula para saber de su relación con Brad Thomas, y aunque todos lo pensaban, Emma, quien atendía con una bandeja en la mano, fue la única en decirlo sin rodeos.

—Sí.

Aunque nadie más se atrevía a decirlo, Emma había sido brutalmente honesta, sin suavizar el golpe. Incluso su padre, que estaba detrás de la estantería fingiendo ordenar libros, escuchaba con disimulo la conversación, captando rápidamente el embrollo sentimental en el que su hijo se encontraba. Le hubiera gustado regañar a su hija por su crueldad, pero no podía hacerlo; ellos sabrían que los estaba escuchando.

Aidan colocaba el libro en una bolsa de papel, la señora que lo había comprado le sonrió con amabilidad, sin imaginar cuánto significado tenía ese título para él.

—¡Muchas gracias, jovencito! —dijo, entusiasmada—. Mi nieta ha estado buscando este libro por semanas... por alguna razón, dice que es un libro "especial" recomendado por una actriz. Ah, los chicos de hoy en día se dejan influenciar por cualquier famoso.

Aidan tragó saliva. El hecho de que alguien más lo encontrara "especial" solo por haber sido recomendado por una celebridad le parecía irónico y casi cruel. No pudo evitar pensar que, de alguna forma, esa señora y su nieta se llevaban un pedazo de su historia con Emily, sin siquiera saberlo.

Liam le daba golpecitos en el brazo, como si eso pudiera mitigar el dolor que él intentaba esconder.

—Que tenga un buen día —murmuró él con un tono resignado, entregándole el libro.

La señora le lanzó una sonrisa amistosa antes de marcharse.

—Ojalá todos los hombres fueran tan atentos como usted. Quizás por eso es que las chicas se interesan tanto por los tipos de Hollywood.

Aidan apenas pudo esbozar una sonrisa. La puerta se cerró tras ella, y él quedó en silencio, sosteniendo un suspiro.

—Y la única que tuvo la oportunidad de tenerlo se fue con el tipo de Hollywood —dijo Ben, mientras rodaba los ojos.

Como ya era de costumbre, los tres miraron mal a Ben, por haber dicho algo fuera de lugar, aunque Summer y Liam también lo pensaban, solo que ellos nunca lo dirían en voz alta.

En ese momento, la campanilla de la puerta anunció la entrada de Max, el primo de Aidan, arrastrando una maleta semiabierta de la que asomaba un pedazo de tela, con su cabello rubio y corto desordenado. Emma sonrió al verlo, mientras que los amigos de Aidan lo veían con cierto recelo, al no saber de quién se trataba.

—¡Primitos, ya llegué! —exclamó con una sonrisa radiante—. ¿A qué hora empieza la fiesta?

Todos se miraron entre sí, conteniendo la risa. Emma, exasperada, negó con la cabeza.

—¡Max! —protestó ella—. ¡Mi cumpleaños fue hace tres días!

—¿¡Hace tres días?! —repitió Max, llevándose una mano al pecho en una exagerada muestra de sorpresa—. ¡Y yo me puse mi mejor ropa!

La escena arrancó unas cuantas risas de sus amigos y alivió la tensión. Aidan, al ver a su primo, algo en él se relajó, al menos momentáneamente, como si la llegada de Max fuera un recordatorio de que no estaba solo en todo esto. Y Aidan sonrió por primera vez en todo el día.

┅┅┅┅┅
Holiiiis a todos.... Solo vengo a contarles que estoy adaptando una nueva historia que estoy 1000000% segura de que les encantará. Ya está disponible el primer capítulo en mi perfil, y sería genial que lo leyeran y lo guardaran para que no se pierdan lo que viene.

¡Eso era todo! Bye, bye, muchos besos y abrazos para todos 💕

Donde todo comenzó || A.G. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora