───── 𝗗 𝗜 𝗘 𝗖 𝗜 𝗦 𝗘 𝗜 𝗦

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Aidan se ajustó la gorra de lana mientras se miraba en el espejo

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Aidan se ajustó la gorra de lana mientras se miraba en el espejo. Notó cómo empezaban a marcarse unas ligeras ojeras bajo sus ojos. La noche no había sido la mejor para él. Max, le había robado el edredón, dejándolo expuesto al frío. Y justo cuando por fin había logrado conciliar el sueño, la mano de Max terminó estampándose contra su mejilla en un movimiento torpe.

Soltó un suspiro cansado y salió de su habitación, frotándose la cara para intentar despejarse. Al llegar a la sala, encontró a Emily, Max y Emma hundidos en el sofá, completamente absortos en la película que se proyectaba en la pantalla.

Tomó sus llaves del mueble y se aclaró la garganta antes de hablar:

—Voy a salir.

Emma y Max ni siquiera parpadearon, pero Emily levantó la vista hacia él y asintió levemente con la cabeza.

Él le dedicó una pequeña sonrisa antes de girarse y dirigirse a la puerta. Por un momento pensó en invitarla a acompañarlo, pero desechó la idea. Se veía cómoda viendo la película, y no quería interrumpirla.

Sin embargo, justo cuando estaba abriendo la puerta principal, escuchó el sonido apresurado de unos pasos bajando por las escaleras. Se giró y vio a Emily descendiendo con rapidez, tratando de acomodarse el cabello mientras se acercaba a él.

—¿Puedo acompañarte? —preguntó cuando ya estaba frente a él.

Aidan arqueó una ceja.

—¿No estabas viendo una película?

—Sí, pero ya la he visto. Solo se las recomendé porque me parece una tragedia que no la conocieran ¿Tú lo has visto?

Él se cruzó de brazos, mirándola con curiosidad.

—¿Cuál era?

Amélie, es una de mis favoritas —respondió Emily con una sonrisa.

Aidan se rascó la nuca, tratando de recordar.

—No sé... ¿De qué va?

Emily rodó los ojos con incredulidad.

—No puede ser. ¿Nunca la has visto? —Él negó con la cabeza—. Bien, lo veremos luego —resolvió ella con naturalidad, como si ya hubiera tomado la decisión por él—. ¿A dónde vamos?

Aidan soltó una pequeña risa antes de fingir molestia y rodar los ojos.

—A la tienda de vinilos —contestó, empujando la puerta para abrirla—. Quiero uno nuevo.

Emily salió primero, y Aidan la siguió de cerca. En cuanto cruzaron el umbral, el aire frío los envolvió y una leve llovizna empezó a caer sobre la ciudad.

Emily se abrazó a sí misma y miró al cielo grisáceo antes de voltear a verlo.

—¿Tienes alguno en mente?

Donde todo comenzó || A.G. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora