Capítulo 2

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Perder el control

Altagracia Sandoval

Asesinan al prominente abogado Saúl Aguirre en pleno día

"... Saúl Aguirre fue asesinado esta mañana en lo que parece ser un ataque premeditado...", escucho a la mujer que narra la noticia mientras pasan imágenes del lugar de los hechos. "... testigos en el lugar... «¿Testigos?» "... pese a los esfuerzos de los servicios de emergencia, el abogado fue declarado muerto a su llegada al hospital."

— Altagracia— toca la puerta, es Regina — ¿Estás despierta?

No respondo, sigo escuchando las noticias que pasan en televisión.

— Altagracia — cuando menos espere, ya estaba detrás de mi. Lo supe por su reflejo en el espejo - De eso venía a hablarte.

Voltee a verla y ella estaba con la mirada fija en la televisión. Si para mí, Saúl no era santo de mi devoción, para Regina menos.

— ¿Llamaste a Mónica? — pregunto de lo más tranquila, pese a que sé que mi hija debe o estará sufriendo.

— No quise llamar a su celular, llamé al teléfono de su departamento y contestó Carmen. Aún sigue dormida.

Ambas continuamos con la vista fija en el televisor, a la par que sosteníamos nuestros celulares esperando la tan ansiada llamada, pero no ocurrió.

— ¿Qué piensas hacer? — me ve ponerme de pie.

— Necesito estar con mi hija, pero debo esperar a que ella llame. — volteo a verla — Voy a darme una ducha.

Ninguna dijo algo más. Ella se puso de pie para darme mi privacidad y yo me dirigí al baño que está continuo a mi walking closet.

La misma rutina de siempre. La ansiedad me ataca por las mañanas de la siguiente manera: el aire se vuelve espeso, sofocante. El corazón me comienza a latir tan rápido que parece que quiere romper mis costillas, y la sensación de asfixia hace que me despierte de golpe llevando mis manos al cuello, como si esa acción pudiera arrancarme la opresión que me dominaba; así que, si o si debo tomar un baño pues mi cuerpo se empapa del sudor.

En la ducha me permito respirar, intentar apaciguar la angustia que me carcome el pecho, aunque no siempre lo logro, estoy enjuagando mi cabello, cierro los ojos y...

- ¡No! ¡Sueltenme! — le grito al par de hombres que me sujetan con fuerza de las extremidades.

Las intenciones de los cinco hombres que estaban a mi alrededor eran claras, no se necesitaba tener más de dos dedos de frente como para saberlo. Mataron a mis padres y novio delante de mí.

Lo que pasó después, no fue tan doloroso como lo que alberga mi pecho.

Quedé huérfana y fui abusada sexualmente.

Hace veinticuatro años tuve que dejar mi vida en Veracruz, el lugar donde nací, morí y reviví. Junto a mi hermana Regina, nos vimos en la necesidad de adaptarnos a una vida totalmente diferente. Y para colmo, me tocó lidiar no solo con las heridas del abuso como secuelas, sino también con un embarazo. Pero lejos de sentirme hastiada, el gestar vida fue un incentivo para despertar en mí una furia que nunca había sentido, y pase de estar muerta en vida a estar «llena de vida»

- Monica - susurro el nombre de mi hija de manera involuntaria.

Desde entonces, Mónica ha sido la razón más fuerte para seguir con vida; ella y mi sed de venganza alimentaron mis fuerzas de buscar la manera de prosperar, de conseguir poder y recursos para vengar la vida que perdí y la vida que tenía que proteger.

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