Abuela
Altagracia Sandoval
Es sábado por la noche, el clima está frío y yo estoy encerrada en mi despacho aún evaluando ofertas de inversiones. En verdad, no entiendo como no me dediqué a esto antes, adoro el derecho, es mi pasión, pero he estado amando la gestión empresarial.
Mi tiempo lo divido entre el trabajo que tengo en la constructora, la investigación y José Luis, que a su vez, hace lo mismo. Aún no descifro lo que me ata a él, por más que mi consciente me repite que algo no está bien, que no debo estar con él, el inconsciente me traiciona dejando mi cuerpo a su merced.
Me levanto del escritorio, estiro mis brazos y camino hacia la ventana; últimamente me ha dado por mirar a través de ella en lo que dejo salir mis pensamientos.
Afuera, la ciudad parece desierta, como si el frío hubiera ahuyentado a todos. Las luces de los edificios en la distancia parpadean, dándome la ilusión de que estoy en el centro de un mundo que nunca duerme. Y, sin embargo, aquí estoy, encerrada en mi propio universo, sumida en decisiones que siento que ya no controlo.José Luis... Ha sido una constante en mi vida en los últimos meses, pero también una sombra que amenaza con absorberme. Cada vez que estoy con él, algo en mi interior grita que me aleje, que no me deje caer en ese vacío que él representa. Pero, cada vez que intento distanciarme, él encuentra la manera de arrastrarme de vuelta. Es como si tuviera una llave a los rincones más oscuros de mi ser.
No sé si es la necesidad de sentirme viva, después de todo lo que he pasado con Saúl, o si simplemente estoy tratando de llenar un vacío. Lo que sí sé es que con él me siento vulnerable, expuesta, y eso me aterra.
El sonido del teléfono interrumpe mis pensamientos. Lo tomo del escritorio, viendo el nombre de José Luis en la pantalla. Mi pulso se acelera. Me lleva unos segundos responder, porque, en el fondo, sé que cualquier conversación con él es una puerta a lo desconocido.
— Hola — digo, con la voz más calmada de lo que realmente me siento.
— ¿Cómo estás? — su tono es suave, casi encantador, pero no puedo evitar sentir una corriente subterránea en sus palabras.
— Ocupada, como siempre — respondo, tratando de sonar casual, como si él no tuviera el poder de desestabilizarme.
— Pensé que podrías tomarte un descanso y cenar conmigo esta noche — su propuesta es más una orden disfrazada de invitación. Así es siempre con José Luis: él no pide, él dispone.
— No estoy de humor para salir — intento cortar la conversación antes de que tome el control, pero sé que es inútil.
— No te estoy pidiendo salir, Altagracia. Iré a tu casa — dice, con la confianza de alguien que siempre obtiene lo que quiere.
Mi instinto es negarme, buscar una excusa, cualquier cosa que me permita evitarlo esta noche. Pero algo en mi interior se debilita. Tal vez es el cansancio, tal vez la soledad... o tal vez, simplemente, José Luis ha encontrado el punto exacto en el que sabe que puede quebrarme.
— Está bien — susurro, resignada.
— Nos vemos en una hora — y sin más, cuelga.
Dejo el teléfono sobre el escritorio y me dirijo al espejo. Mi reflejo me devuelve una mirada cansada, pero lo que más me incomoda es la duda que veo en mis propios ojos. ¿Qué hago aquí? ¿Qué me está pasando?
Pero el deseo se apodera de mí obligándome a cerrar los ojos. Lo imagino a él metido entre mis piernas y yo rompiéndome las uñas al apretar las sábanas. Abro los ojos de golpe y siento como se me empapa la entrepierna.
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Error
FanficSaul Aguirre, un abogado rico y carismático, es asesinado una apaable mañana en la que sale a ejercer sus labores. Sorprendentemente, la víctima sabía a cenca certa que lba a morir, porque había grabado un video en el que culpaba de su inminente ase...