Capítulo 16

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Magnus 

Cada día que transcurría, más me abrumaba la idea de que llegaría el momento en que debía actuar bajo las consecuencias de las acciones de personas que perjudicaron a mi casa.

Sin embargo, muchas cosas impedían que lo hiciera en este momento. O bueno, muchas personas que en realidad me importaban demasiado como para arriesgarlos a sufrir por algo que no tienen que ver.

Me encontraba en la oficina, en medio de una audiencia privada con mi fiel consejero y mi amigo, Williams y Miles. El primer mencionado había sugerido la brillante idea de llamar al idiota Farrington porque de todos los Lores que gobiernan en cada rincón de mi nación, él es el más leal. Y no mentía aunque me molestaba su actitud, Miles era lo único cercano a un hermano que tenía. 

—Las nuevas carreteras están en proceso, majestad—informó—. También la construcción de los pozos de agua potable y la recolección de frutas y verduras de los huertos.

—Bien—me limité a decir.

—Olvidé mencionar los juicios para esta tarde, majestad—añadió—Son tres: un panadero, un ex soldado y un granjero.

—Ok—corté—¿Williams?

—Iba a decir lo mismo que el señor Farrington pero se me adelantó—acusó.

El nombrado se encogió de hombros.

—Eres muy lento, anciano.

—¿Alguna otra novedad, Williams? —pregunté sin un atisbo de importancia.

—Quizá esto sea una información que le interese, majestad—me enderecé en la silla, atento a lo que dirá—. La escasez gobierna a la nación vecina.

—¿Qué estás diciendo, Williams? —inquirí ocultando la sonrisa.

—El pueblo está en contra de su propio rey por la falta de alimentos, lo amenazan de muerte y él no hace el mínimo intento de mover un dedo por ellos—repitió.

Reí por lo bajo.

Es irónico lo que está pasando en esa miserable nación, aunque ya lo veía venir a decir verdad. Eddark siempre demostró ser débil con su pueblo desde que lo nombraron rey supremo del sur y no ha hecho más que arruinarlo y ensuciar más su título, la iglesia debería quitarle la autoridad y poner a un nuevo rey o reina al mando.

—Así oí por allí—secundó Miles—. Los tiene muy descuidados, Magnus. Creo que es tú momento de destacar y seguirles robando el oro porque en un par de meses no será más que una nación de moscas y huesos.

—No lo mencione, señor Farrington—intervino el consejero—. Solo hará que lo odien y lo persigan para cortarle la cabeza.

—Por años lo han hecho, Williams. Y yo veo su cabeza perfectamente sobre su cuello, así que, siendo tú, no me preocuparía por una nación de menor nivel que no puede ofrecer ni para sobrevivir.

—Por el momento, no vamos a hacer nada de eso—hablé.

—¿Por qué no, Magnus? —Miles se levantó, se inclinó un poco sobre la mesa y apoyó sus manos.

—Williams, necesito que vuelvas a enviar un mensaje al dragón—ordené.

—¿Cómo quiere que sea esta vez, majestad? —se levantó, obedeciendo.

—Dulce, romántico y seductor.

Asintió y así mismo se marchó dejándome solo con Miles que fue corriendo a ponerle pestillo a la puerta.

El Caos Del Rey #2© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora