Capítulo 22.

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En ese corto instante, no tuve miedo por mí, si no por Kassian. No importaba pues no corría peligro ya que estaba muy segura de que sería tonto que Magnus arremetiera en mi contra. Yo no estaba en sus planes. Así mismo, demostró que estaba equivocada por la presión de la cuchilla en mi piel, y mientras caminaba de espaldas le rogaba con los ojos que no lastimara al Lord.

—¡Afuera! —gritó Miles detrás de mí.

Una familia corrió obedeciendo por el miedo que les provocó.

Magnus me empujó adentro y cerró la puerta detrás de sí, dejando a Miles Farrington afuera alzando la voz hacia los ciudadanos y mis guardias; queriendo evitar una masacre, según dijo.

—¿Enloqueció? —inquirí con la respiración acelerada.

Guardó la daga de mango rojo y se giró hacia mí. Retrocedí hasta apoyar las manos en la mesa que impidió la lejanía que quería pero él la mantuvo, dedicándome una mirada gélida.

—Te envié un mensaje hace cuatro días. Te esperé en la torre esa noche hasta el amanecer, y nunca llegaste—mencionó.

Claro, la carta que no leí. La carta que olvidé leer.

—Lo olvidé—admití—pero esa no es la única razón.

—¿Puedo yo saber? —preguntó. 

—No tendría porque explicarle algo sobre mi vida privada—le dije con desdén.

Sus ojos pasaron de ser gélidos a alegres.

—Tenía mucho que contarle pero estoy aquí porque preferí mostrárselo. Quiero que vengas conmigo a Skyeen.

—¿Para qué?

Me miró como si hubiese hecho la pregunta más estúpida en el mundo.

—¿Recuerdas la investigación que nos hizo aliados?

—No me necesitas en tu nación para continuar.

—Sí, te necesito—se acercó y alcé el mentón para poder verlo—. No creo poder lograrlo solo, conoces más sobre la profecía que cualquiera que conozco.

—No lo suficiente—murmuré.

Él sujetó mi barbilla y yo desvié la mirada.

—Lo descubriremos juntos, Alice—susurró—. Por eso te necesito cerca, a ambos nos conviene esto.

—Sí pero ni creas que me quedaré en tu palacio. Además, ¿Qué le diré a mis padres? Oh, mamá y papá, me mudé al palacio de su mayor enemigo—mofé—. Me matarían. Ya he cometido suficiente traición al reino como para agravarla.

—Diles que te obligué, que te secuestré y te encerré en el calabozo—comentó sin gracia—. Eso sería más creíble debido a la fama que tengo en estas míseras tierras.

—Aún así, me rescatarían y acabarían contigo. Y no permitiré que alguien más lo haga—despegué mi cuerpo de la mesa.

Enarcó una ceja.

—Quiere decir que, ¿Mi vida está en sus manos, señorita Windsor?

—Así es, majestad—asentí—. El día que me canse de usted, será el último.

—El último para ambos—completó—. De todas formas, ya estamos muertos. Tenemos al rey oscuro tras nosotros.

Asentí y dejé de hacerlo tan rápido como la chispa que saltó en mi cabeza apareció.

—Dile a tus hombres que no le hagan daño al hombre que estaba a mi lado, por favor—preferí decir.

—¿El que tiene el cabello repleto de canas? —preguntó.

El Caos Del Rey #2© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora