Capítulo 18

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Seyrmoreen fue el primero en atender el llamado de emergencia. A primera hora, los carruajes de los Seymour adornaban la entrada al palacio y una cantidad de veinte hombres trasladaban grandes sacos dentro del palacio.

El gobernante de aquel reino, no paraba de regañar a mi padre por el error que había cometido, provocando así, una discusión que tardaría unas cuantas horas más. Sin embargo, volverían a amigarse y dejar de lado sus diferencias.

Yo estaba bastante ocupada pues mi padre me dejó la tarea de organizar en cestas específicas para cada artículo y vigilar que nada quedase por fuera, eso significaba que corría de un lado a otro envuelta en estrés para que todo saliera como se requería. Entre una de esas tantas idas y vueltas, fui interceptada por Owen Seymour quien intenté esquivar pero se atravesó más en mi camino.

—¿Qué quieres? —pregunté—. Estoy ocupada.

—Saludar—encogió los hombros—. Alice debes descansar un poco, pareces una cabra loca gritando y corriendo de aquí a allá.

—¿Sabes la cantidad de comida y ropa que tú padre donó? —inquirí.

—Mucha—asintió—. Demasiada, mejor dicho.

—Sí quieres pasar tiempo de calidad con tu mejor amiga, ayúdame—sujeté su mano y lo jalé conmigo al salón—. Quédate aquí vigilando que no se lleven nada y ayuda a las doncellas a colocar todo en las cestas correspondientes.

Se quejó y emitió un sonido ronco de fastidio.

—¿Y tú qué harás?

Caminé de espaldas con una amplia sonrisa.

—Descansaré tal como lo sugeriste.

Giré y salí del salón entre risas mientras escuchaba sus alegatos.

Subí las escaleras despacio porque mis piernas dolían a más no aguantar y entré a la primera habitación que estaba a la vista: la de Amy. ¿Cuándo fue la última vez que jugué con ella? Ni lo recordaba ya. Toqué el umbral de la puerta y ella desvió la vista del libro sobre sus piernas hacía mí.

—¿Puedo entrar? —asintió. Me acerqué a ella, sentándome a su lado—¿Qué estás leyendo?

—Es un cuento infantil, se llama—miró la portada—La Guerrera Sin Espadas.

—¿Segura qué es infantil? —enarqué una ceja.

—Creo que sí—me lo dió—. Si gustas, puedes revisarlo.

Lo recibí y empecé a ojearlo un poco, no había que mirar demasiado para saber que sí lo era.

—Sí lo es, hermana.

—¿Puedes leerlo para mí? —sus ojos brillaban.

Sonreí y asentí en respuesta. 

—Lo dejé en la página tres—avisó.

—Bien—busqué la página que seguía. El libro solo constaba de ocho—La pequeña guerrera no necesitó un arma más filosa que las hojas de papel que usaba para plasmar sus ideas, que si el mundo conociera, la llamarían una villana. Ella soñaba con cambiarlo, por crear uno nuevo donde no tuviese que esconderse entre tinta y papel; así que, alimentó el conocimiento de las demás doncellas hasta que fueron las suficientes para unirse y gritarle al mundo que ellas eran mucho más que para servirle a un rey o a un esposo.

Amy se recostó en la cama apoyando su espalda en la cabecera. Pasé a la siguiente página.

—Ellie, al pasar los meses y crear su propio grupo de mujeres que pensaban igual que ella, se enfrentaron al rey malvado quien juró enviar al calabozo a cada mujer que estuviera en su contra—continué—. Pensaba eso hasta que conoció a la doncella y quedó fascinado con su carácter y la manera que le respondía, pidió conocerla bajo la excusa de que tenía interés en escucharla hablar de la rebelión.

El Caos Del Rey #2© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora