Capítulo 23

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No transcurrieron muchos minutos y comencé a sentir un líquido tibio deslizarse por mi piel desde su mandíbula, ensuciando el tacón más valioso que tenía desperdiciado en su quijada. Estaba furiosa y el ardor en mis ojos lo demostró, no dejando salir alguna gota salada de ellos. Avancé hacia mi doncella que yacía en el piso e intenté desatarla lo más rápido que podía pero los nudos eran demasiado fuertes y negó señalando la puerta con sus ojos. Al igual que el hombre, yo también sangraba pero no se comparaba a la herida que él tenía; retrocedí y corrí hacia la puerta para quitarle el pestillo y abrirla, encontrando a un rey irreconocible y a una madre aterrorizada.

Alcé la mano manchada hacia ambos.

—Lo maté. Creo que lo hice—murmuré.

Josiah me apartó y entró junto a seis hombres dejando a los demás en el pasillo. Oí la voz de Lizzie y como el hombre tosía intentando pronunciar alguna palabra, ella no se despegó de la puerta hasta que lo sacaron a rastras de mi alcoba y ella se fue con ellos.

—Ve a tu habitación, cariño—le dijo mi madre—. Le ordenaré al doctor que te revise.

—No se preocupe, majestad—sorbió su nariz—. Yo iré con él.

Asintió y la dejó ir.

Papá se posó frente a mí y no miré más que su pecho, esto era una de las tantas consecuencias que se le advirtió después del sacrificio.

—Mírame, hija, por favor—rogó con voz temblorosa.

—Casi asesinan a tu hija, ¿y solo quieres que te mire?—inquirió mi madre.

—Lo necesito, Rhaella. Tú tampoco me has mirado a la cara estos días.

—Porque no lo necesito.

"Así como lo hice con tu hermana"

No estaba bien y no lo estaría en mucho tiempo. Sin embargo, debía estarlo; así que con toda la fuerza que junté alcé la mirada y encontré las iris oscuras de papá, el color azul había desaparecido desde Grapport.

—¿Cómo pudo entrar ese hombre aquí habiendo tanta seguridad? Sí él pudo hacerlo, imagina cuántos más tendrán esa disposición—comentó, angustiada.

—Habrá que supervisar e interrogar a cada hombre dentro de este palacio—le dijo—. Y Alice ya no puede dormir en su habitación.

—Puedo quedarme con Amy—hablé y asintió.

Pude notar como poco a poco sus ojos recuperaban su color y como la pupila volvía a su tamaño normal. Tal cambio pudo haber sido por enojo o tristeza, de las dos, una era la más visible.

En cuanto a los cambios, Valerie me contó una vez el porqué sucedía y no le creí porque esa información venía de la boca de Tyrus Stark y nada en él es convincente pero viéndolo, no eran solo inventos después de todo.

—Iré al calabozo—informó papá—. Rhaella, toma un té y sigue con los preparativos para el baile.

—No creo poder concentrarme en eso después de lo que acaba de ocurrir, Eddark—aseveró.

—Busca alguna distracción, mi amor—sujetó su mano—. O puedes venir conmigo y cuestionar mis métodos para sacarle información.

—¿Cuestionar?—inquirí.

—Yo era quién dictaba las sentencias y tu padre se encargaba de ensuciarse las manos, a mi no me gustaba en absoluto ver esas cosas violentas. Por eso me mantengo alejada de los juicios aunque estoy obligada a asistir, la última vez que lo hice, un hombre fue ejecutado por traición y nunca había visto tanta sangre correr hasta ese momento porque hubo una redada—relató dejándolo hasta ahí por la mirada acusatoria de mi padre.

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El Caos Del Rey #2© [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora