13. Aguas termales

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La luz del sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas del aula, creando patrones danzantes en las paredes y los pupitres. El aire estaba cargado con el olor a tiza y el zumbido de la expectación adolescente. En el frente del salón, Ranta Zenin, con su cabello oscuro perfectamente peinado y una expresión de determinación en su rostro, escribía ecuaciones en la pizarra con un entusiasmo que contrastaba fuertemente con el ambiente general de aburrimiento en la clase.

"Y así, clase", decía Ranta, su voz mezclando emoción y seriedad, "es como resolvemos ecuaciones cuadráticas utilizando la fórmula general".

Un gruñido colectivo recorrió el aula. Desde el fondo del salón, la voz de Ryo Mitaka se alzó, cargada de frustración y sarcasmo.

"¿Alguien puede explicarme por qué carajos necesitamos aprender esto?", preguntó, recostándose en su silla con una actitud de desafío. "¿En qué momento voy a necesitar resolver una ecuación cuadrática mientras peleo contra una maldición?"

Ranta se giró hacia Ryo, una mezcla de exasperación y paciencia en su rostro. "Ryo, esto es una preparatoria después de todo. No todo se trata de combatir maldiciones. La educación integral es importante para su desarrollo como individuos y hechiceros".

Ryo rodó los ojos tan fuerte que por un momento pareció que se le quedarían al revés. "Educación integral mis narices. Esto es una pérdida de tiempo. ¿Sabes qué? Debería prenderle fuego al salón y librarnos a todos de esta tortura".

Un murmullo de nerviosismo recorrió la clase. Maki Zenin, sentada junto a Ryo, le dio un codazo. "Cálmate, idiota", siseó. "No puedes amenazar con incendiar cosas cada vez que te aburres".

Panda e Inumaki, sentados en la primera fila, intercambiaron miradas de pánico. Sin decir una palabra (o en el caso de Inumaki, sin murmurar "salmón"), ambos se levantaron y salieron corriendo del aula.

Ranta, tratando de mantener el control de la situación, se aclaró la garganta. "Ryo, no puedes simplemente prenderle fuego a todo cuando algo no te gusta. Esa no es una solución madura ni..."

"Oh, no deberías haber dicho eso", interrumpió Maki, llevándose una mano a la frente.

Lo que sucedió a continuación ocurrió tan rápido que más tarde, cuando intentaran reconstruir los eventos, nadie estaría completamente seguro de cómo comenzó.

Un destello de azul, un calor repentino, y de pronto, el aula estaba envuelta en llamas azules. Los estudiantes gritaban y corrían hacia la salida, mientras Ranta miraba la escena con una mezcla de horror e incredulidad.

Minutos después, el grupo se encontraba en el patio, observando cómo el salón ardía. Las llamas azules de Ryo danzaban alegremente, consumiendo pupitres, libros y años de planes de lecciones cuidadosamente preparados.

Satoru Gojo, atraído por el caos (como siempre), estaba de pie junto a ellos, una sonrisa divertida en su rostro. "Bueno, esto ciertamente hace las cosas más interesantes", comentó, su tono mezclando diversión y algo que sonaba sospechosamente a orgullo.

Masamichi Yaga, por otro lado, se llevaba una mano a la cabeza, murmurando algo que sonaba como "Demasiado viejo para esta mierda" bajo su aliento.

"Esto es tu culpa", dijo Ryo, señalando acusadoramente a Ranta. "Si no hubieras insistido en enseñarnos esas estúpidas ecuaciones..."

Ranta, aún en shock, balbuceó: "¿Mi culpa? ¡No puedes simplemente incendiar un salón de clases porque no te gusta la materia!"

"Claramente, sí puedo", respondió Ryo con una sonrisa satisfecha. "Acabo de hacerlo".

Ranta tomó una respiración profunda, tratando de calmarse. "Ryo, tienes que madurar. No puedes seguir actuando como el delincuente que solías ser. Tienes responsabilidades ahora, un futuro que..."

Jujutsu Kaisen: El Dragón Azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora