12. Muestra de poder/ secreto de 3

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La luz tenue del amanecer se filtraba a través de las cortinas entreabriertas, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de la habitación. Ryo Mitaka abrió lentamente los ojos, parpadeando para ajustarse a la penumbra. A su lado, Maki Zenin dormía plácidamente, su espalda desnuda expuesta a la fresca brisa matutina que se colaba por la ventana.

Ryo se permitió un momento para admirar la vista. La piel de Maki, normalmente oculta bajo capas de ropa y una actitud estoica, brillaba suavemente bajo la luz del alba. Las cicatrices que adornaban su cuerpo contaban historias de batallas pasadas y victorias duramente ganadas.

Con una sonrisa traviesa formándose en sus labios, Ryo extendió su mano. Sus dedos, fríos por haber estado fuera de las sábanas, trazaron un camino lento y deliberado por la columna vertebral de Maki.

El efecto fue instantáneo. Maki se estremeció, sus músculos tensándose bajo el toque frío. Con un gruñido que mezclaba sorpresa e irritación, se giró para enfrentar a Ryo, sus ojos entrecerrados en una mirada que prometía venganza.

"Buenos días, bella durmiente", dijo Ryo, su voz ronca por el sueño pero cargada de diversión.

Maki le lanzó una mirada que podría haber congelado el infierno. "Ryo Mitaka", gruñó, "juro que esta es la última vez que paso la noche contigo".

Ryo soltó una carcajada, el sonido resonando en la habitación silenciosa. "Oh, vamos, Zenin. Ambos sabemos que no puedes resistirte a mis encantos".

Maki respondió lanzándole una almohada directamente a la cara, pero la sonrisa que tiraba de las comisuras de sus labios traicionaba su diversión. "Eres imposible", murmuró, pero no había verdadero enojo en su voz.

Se levantaron de la cama, el aire fresco de la mañana erizando su piel. Ryo observó con interés apenas disimulado cómo Maki se vestía, sus movimientos eficientes y precisos incluso en esta tarea mundana.

"Entonces", dijo Ryo mientras se ponía los pantalones, "¿tienes planes para hoy? Estaba pensando que podríamos hacer algo, ya sabes, fuera de la habitación por una vez".

Maki, en medio de abotonarse la camisa, le lanzó una mirada de disculpa. "Lo siento, Ryo. Tengo una misión hoy. Gojo-sensei me asignó un caso complicado en las afueras de la ciudad".

Ryo sintió una punzada de decepción, pero la ocultó rápidamente bajo su habitual máscara de despreocupación. "Ah, bueno. Supongo que tendré que encontrar otra forma de entretenerme. Tal vez prenda fuego a algo, ya sabes, para mantenerme ocupado".

Maki puso los ojos en blanco, pero una pequeña sonrisa curvó sus labios. "Por favor, no quemes la escuela mientras no estoy. Odiaría tener que explicarle a Gojo-sensei por qué mi... lo que sea que seas tú, decidió convertir nuestro lugar de trabajo en cenizas".

"¿Tu 'lo que sea que seas tú'?", repitió Ryo, arqueando una ceja. "Vaya, Maki, me hieres. Pensé que al menos había alcanzado el estatus de 'compañero de cama ocasional'".

Maki le lanzó otra almohada, esta vez con más fuerza. "Idiota", murmuró, pero había afecto en su voz.

Con un último beso rápido y una advertencia final de no causar demasiados problemas, Maki se fue, dejando a Ryo solo con sus pensamientos y un día entero por delante.

Decidiendo que necesitaba un cambio de escenario, Ryo se dirigió a la sala común. El espacio, normalmente bullicioso y lleno de vida, estaba inusualmente tranquilo esta mañana. Se dejó caer en el sofá, estirándose como un gato perezoso.

"Bueno", murmuró para sí mismo, "supongo que tendré que encontrar una forma de matar el aburrimiento".

Pasó la siguiente hora cambiando de canal en la televisión, sin encontrar nada que captara su interés por más de unos minutos. Justo cuando estaba considerando seriamente la opción de prender fuego a algo (solo un fuego pequeño, nada demasiado dramático), la puerta de la sala común se abrió.

Jujutsu Kaisen: El Dragón Azul Donde viven las historias. Descúbrelo ahora