La última fiesta antes de regresar a Tokyo.
Un antro.
Bebidas hasta que los tres chicos no pudieran caminar sin tambalearse, aún considerando la alta resistencia al alcohol que poseían.
Desde las 8 de la noche hasta las 3 de la madrugada bailando, cantando y tomando.
Al salir del antro apenas estaba chispeando, por lo que Ran se apresuró a pedir un carro mientras buscaban un lugar que los cubriera de la lluvia que se avecinaba.
Entre el sonido de la lluvia, Seven pudo escuchar algo que la desconcertó.
Era un pequeño pitido.
No.
Un maullido muy agudo.
Se encontraban al lado de un callejón, la pelirroja volteó hacia todas direcciones, intentando encontrar la fuente del maullido.
— ¿Qué pasa, Sev? —Preguntó Rindō—. Te ves muy idiota volteando a todos lados.
Ran arqueó una ceja.
Seven rápidamente le tapó la boca a Rindō.
— Shhh... ¿Escuchas?
Rindō negó con la cabeza.
— Ya paren los dos.
— Ran, no lo alucino, dime que lo escuchas.
— No oigo nada. Pronto llega nuestro carro, quédense aquí.
Como si le hubiesen Indicado exactamente lo contrario, Seven corrió al callejón, buscando encontrar rápidamente a la fuente de aquél maullido.
— ¡Carajo, Seven!
Gritó Ran, yendo tras ella.
Con la fuerza de alguien con más alcohol que sangre en el cuerpo movía bolsas y cajas, hasta encontrarse con la fuente del maullido.
— Oh no...
— ¡¡Ran!!, ¡¡Inclínate ante nuestra nueva deidad!!
Finalmente entre ambas manos alzó a una pequeña cría de gato cálico, el cual maullaba desesperado.
— Seven, no podemos subirlo al carro.
— Shhhhhh.
Puso una mano sobre su boca, antes de abrir su bolso y meter al gato allí.
Justo en ese momento, el carro llegó.
— Estoy demasiado borracho para esto.
Tomó la mano de Seven, guiándola hacia el carro.
Ambos iban en la parte de atrás, ahora Seven recostada en el regazo ajeno, y Rindō de copiloto.
Claro que el conductor había escuchado los pequeños maullidos del gato, pero prefería no lidiar con borrachos esa noche. Aparte, el gato estaba encerrado.
Al llegar a casa Seven corrió a la entrada, abriendo la puerta para ir hacia la sala, donde finalmente abrió su bolso.
Aquél pequeño minino estaba jugando con la cartera de la mujer como si fuese una presa recién cazada.
Lo cargó entre sus brazos, tumbándose sobre el piso con él.— Seven, te vas a resfriar.
Habló Ran, tendiéndole la mano, misma que la pelirroja manoteó.
— Ño.
Eso hizo a Rindō soltar una carcajada, tirándose sobre el sillón para caer dormido.
— Carajo... Ven, arriba.
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𝑻𝒐𝒐 𝑪𝒍𝒐𝒔𝒆 「𝑻𝒐𝒌𝒚𝒐 𝑹𝒆𝒗𝒆𝒏𝒈𝒆𝒓𝒔」
Hayran Kurgu- No soy ingenua, sé cómo es él. Es un loco desenfrenado para quien la vida o los límites no tienen importancia, quien sólo ama el placer propio, la felicidad momentánea, quien prioriza su entretenimiento por sobre todo... Así es Hanma. Su voz se oy...