SWAT: BAJO LA SUPERFICIE: David " Deacon" Kay & Emily Smith

CAPÍTULO 36: NOSOTROS

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-¿Emily?

El silencio reinó

-¿Emily? Dime que eres real -suplicó en un hilo de voz mientras intentaba seguir avanzando hacia ella -dime que eres real

Ella cerró los ojos y dejó que las lágrimas se desbordaran de sus ojos, todo había sido tan abrumador y doloroso. Una tortura que la mantuvo adormecida durante todo el tiempo que la creían muerta: la gente que más amaba, la creía muerta y era algo que no podía soportar

-¿Emily? -era lo único que podía formular una y otra vez, no podía avanzar, no podía hablar más sin sentir que con cada intento se desgarraba

El Comandante entró y se interpuso entre medio de los dos -Deacon, déjame explicarte. Debes tomarlo con calma porque te hará falta fuerza para entender todo lo que sucede. Déjame explicarte

-¿Emily? -su cuerpo no se movía, sus ojos no se movían de aquella figura que seguía en estado de quietud, y el miedo adrenalínico iba en aumento

-Comandante, déjeme hablar con David -susurró ella, provocándole a él un temblor en su cuerpo cuando la voz le tocó los oídos -por favor, Robert

-Estaré afuera por si necesitan algo -dudó, pero accedió. Salió, dejando que el silencio reine de nuevo en la habitación

Con una respiración profunda, ella se apoyó en el escritorio para mantener el equilibrio. Su brazo derecho, el único que aún respondía con normalidad, se aferró a la superficie como si fuera una cuerda de salvamento. Poco a poco, se fue enderezando, su espalda recta y su cabeza alta. La determinación brillaba en sus ojos, aunque el dolor y la frustración también estaban presentes. Cada paso que daba era un desafío, un recordatorio de que su cuerpo no era el mismo que antes de la lesión. Su brazo izquierdo, casi inútil, se pegó a su costado para evitar que se balanceara libremente por la el poco control que tenía

Sus ojos se encontraron. El temblor los atravesó como un rayo inesperado

La debilidad llegó para ambos

-David -susurró temblorosa. Con un esfuerzo supremo, dió un paso adelante, y luego otro, y otro más -tienes que venir hacia mí porque no sé por cuánto tiempo mi cuerpo me va a permitir estar de pie -siguió avanzando, pero la lesión había dejado su marca, y cada movimiento era un recordatorio del dolor y la debilidad que aún persistían. Sus piernas, débiles y temblorosas, parecían no responder a sus órdenes, como si tuvieran una voluntad propia. Apretó los dientes y continuó avanzando por la eterna distancia que aprecia separarlos -David... por favor, David, ven... te necesito, David

Deacon se quedó petrificado, su mente en un estado de pánico y shock mientras la veía acercarse hacia él. Su Emi. La mujer que había creído muerta durante tanto tiempo, ahora estaba allí, viva y respirando, a unos pocos metros de él. Su cerebro luchaba por procesar la realidad, mientras su corazón latía con fuerza en su pecho. Su mirada se clavó en ella, observando cada movimiento, cada paso que daba. Él podía ver el esfuerzo en sus ojos, la determinación en su rostro. Pero mientras su mente gritaba órdenes a su cuerpo, este se negaba a responder. Deseaba ir con ella, pero sus piernas parecían raíces profundas, ancladas al suelo, incapaces de moverse. Sus brazos colgaban inertes a sus lados, como si hubieran perdido toda fuerza y voluntad. Quería. No podía