CAPÍTULO 22: TE QUIERO... CONMIGO

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¡Hola! ¿Cómo están?
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-¡Deacon, apúrate, por favor! -gritó desde la cocina mientras terminaba de arreglar su cabello

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-¡Deacon, apúrate, por favor! -gritó desde la cocina mientras terminaba de arreglar su cabello

-¡Ya estoy. Ya estoy! -salió del baño

-¡No te quedes ahí parado! Tienes la ropa en la cama. Ve y apúrate porque llegaremos tarde

-Estoy yendo, ¿no ves cómo muevo mis pies en esa dirección? -se justificó acelerando sus pasos

-No, no veo tus pies. Me perdí en tu trasero -sirvió el café en los vasos térmicos y esperó impaciente mientras él se vestía

-¿Segura de que quieres ir a testificar? Puedo pedirle a Tan para que vaya -cerró su camisa y se apresuró en ponerse los zapatos

-Debo ir. Estoy llamada a testificar. Además ya me puse traje, me costó verme tan formal... sería idiota si ahora decido no ir

-Te queda muy bien. Me gusta verte de traje

-Me llegas a romper el traje y te rompo la cara -recordó lo que había sucedido durante la noche - anoche, ¡me rompiste el vestido, idiota! Me salió carísimo. Tendrás que pagármelo...

-Dime cuánto y te deposito, no hay problema

-20 mil

Se asomó bajo el umbral de la puerta mientras ajustaba su cinturón - ¡¿20 mil ese pedazo de tela!?  ¿Tenía hilo de oro?

-No. 20 mil por los daños ocasionados por tu salvajismo... porque el mueble tampoco se pagará solo -se erguió de hombros -sí... ríete. Muy gracioso -sonó irónica al verlo reír con altivez

-Anoche ni te quejabas, Emi. Querías más...-ladeó una sonrisa y se colocó el saco para luego acomodar su corbata

-Aumentó a 50 mil por bruto y molesto -tomó su arma y su placa, caminó hacia la puerta y lo miró -te toca llevar los cafés, pero apúrate, hombre

-El mueble se rompió por tu culpa, ¿quién gritaba como loquita que quería más duro?

-Cállate y vamos -mordió el interior de sus mejillas para no sonreír -el vestido fue por tu culpa y sí me dolió porque me salió carísimo. Tenía un solo uso. Aún podía usarlo para los eventos de aquí a 15 años

-Me estabas matando con ese vestido. Quería desnudarte, sentir tu piel bajo mis manos, y tomarte con todo el deseo que tengo dentro de mí. No puedo controlarlo... no quiero controlarlo. Te pagaré eso y más, descuida. Lo vale... fue una excelente noche

-Lo fue -salió, sin perder más el tiempo - cierra la puerta y, ¡límpiate las babas, patrullero santo!

Él sacudió la cabeza y se apresuró a cerrar e ir al auto. Sonrió sintiéndose un tonto por no poder quitársela de la mente... ni siquiera teniéndola en frente podía dejar de pensar en ella -Ay, Smith

SWAT: BAJO LA SUPERFICIE: David " Deacon" Kay & Emily Smith Donde viven las historias. Descúbrelo ahora