Capítulo 14: Traición

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Gerardo se despertó adolorido, con un terrible dolor de cabeza. Miró a los lados, parpadeando ante la poca luz que entraba. Vio a Sebastián y Ramiro recogiendo envolturas y botellas vacías. Sebastián lo miró levantarse y, con una sonrisa satisfecha, dijo:

—¿Crees que aguanten así toda la semana?

Gerardo no respondió. Se estiró en la silla y se frotó el rostro con ambas manos. Su mirada se oscureció en un matiz de melancolía.

—No voy a perder a nadie más —murmuró, levantándose con dificultad—. ¿Han visto a Memo?

—Nop —dijo Sebastián, aún con esa sutil sonrisa— Tendrás que buscarlo.

Gerardo suspiró y volvió a estirarse antes de salir del edificio. El aire fresco lo golpeó, revitalizante. Cerró los ojos unos segundos, respirando profundamente. Luego, con paso pesado, se dirigió al edificio A, tambaleándose y tropezando un par de veces. Subió por las escaleras y echó un vistazo detrás de la barra.

—¡Gerardo! —dijo Claudia, sorprendida—. ¿Cómo estuvo la peda?

—¿Cómo sabes de la peda? —dijo Gerardo, intentando inútilmente disimular su estado.

—Me lo dijo un pajarito —dijo Claudia con sarcasmo.

Gerardo estuvo a punto de irse, pero se detuvo y giró hacia ella.

—Por cierto, ¿no has visto a Memo? —dijo, parpadeando para enfocar mejor la vista.

Claudia se puso seria, evitando la mirada de Gerardo. Sofía, que estaba cerca, fingió no haber oído el nombre de Guillermo.

—¿No estará muerto por sobredosis? —dijo Claudia, sin tacto.

—No digas eso —Gerardo se recargó en la barra, cansado—. Necesito hablar con él.

—¿Por qué quieres hablar con ese idiota? Creí que ya no lo querías de amigo —dijo mientras recogía sus cosas para irse.

—¿Dónde oíste eso?

—Maldonado habla mucho cuando está tomado —rió Claudia—. Todo lo que sabe él, lo sé yo.

Gerardo hizo una mueca de disgusto.

—Voy a buscarlo.

—Feliz Navidad y Año Nuevo adelantado —dijo Sofía, alegre.

Gerardo sonrió ampliamente y se acercó a ella para abrazarla.

—Feliz Navidad y Año Nuevo, pollo —la estrujó, provocándole un sonrisa. Luego, miró a Claudia con una sonrisa maliciosa.

—Míralo —dijo Claudia, riendo—. ¡No, vete para allá, hueles bien fuerte!

—Órale, ojete —Gerardo la abrazó fuerte—. Es el último abrazo.

—Del año —dijo Claudia con una sonrisa.

—Feliz Navidad y Año nuevo a ambas —dijo, alejándose al interior de la escuela—. Ojalá que el siguiente sea mejor.

Claudia hizo una mueca; quería decir algo e intentaba contenerse.

—Gerardo... —lo llamó, con cierto desagrado.

Él se giró, un poco confundido.

—Un vez oí a los de limpieza decir que los primero días, Guillermo se quedaba a dormir en los edificios del B.

¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué sigo aquí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora